¿Por qué México es diferente a sus pares latinoamericanos?

Ahora que ha regresado la volatilidad a los mercados emergentes, a México le gusta presumir que es un país diferente. Y en cierto modo lo es, aunque eso no ha sido impedimento para que, junto con otros emergentes, el peso mexicano se haya debilitado y las tasas de largo plazo hayan trepado de forma virulenta en los últimos tiempos.
7 Febrero, 2014
Pan, Circo y Pecunia

Sin embargo, las autoridades mexicanas prevén que, una vez superada esta etapa inicial de volatilidad, los inversionistas sabrán diferenciar entre los países emergentes que hicieron la tarea y los que no, y que a México, al final, terminarán premiándola por su disciplina y orden macroeconómico.

Ya sucedió a principios de la semana, cuando Moody’s mejoró la calificación de la deuda soberana de México. Premió los cambios estructurales que se están produciendo en el país (reforma energética, reforma financiera, reforma en telecomunicaciones, etc), resultado del llamado Pacto por México. Pero además de eso, hay algo más. 

Se sabe que lo que ha puesto a temblar a los mercados emergentes son en esencia dos cosas: el inicio de la reducción de la expansión monetaria en EE.UU. (lo que en la jerga de los mercados se ha llamado el “tapering”) y la desaceleración de la economía china.

Contra el “tapering” nadie está inmunizado. Todos vivimos bajo el sol, y nadie escapará a los nubarrones que aparezcan conforme la Reserva Federal de EE.UU. atenúe su expansión monetaria y el aumento de las tasas de interés de largo plazo en EE.UU. reste atractivo a los bonos y activos de los países emergentes.

El “tapering” es el reverso, la cara oscura, de los QEs, u operaciones de expansión monetaria de la etapa previa. La masiva inyección de dinero fresco durante los últimos cinco años iluminó a los mercados emergentes: los capitales foráneos fluyeron hacia ellos de manera elevada y creciente atraídos por los jugosos rendimientos que ofrecían frente a los países desarrollados.

Pero esta intensa entrada de capitales trajo a su vez efectos perturbadores. Por un lado, los bancos centrales, para frenar la llegada de inversiones foráneas, redujeron las tasas de interés a niveles demasiado bajos, lo que a su vez sobrecalentó dichas economías. Por otro lado, esa afluencia colosal de capitales indujo a una sobrevaluación de las divisas emergentes. Como resultado de ese sobrecalentamiento y fortalecimiento excesivo de sus monedas, las economías emergentes se encaminaron a una situación de abultados déficits por cuenta corriente, presiones inflacionarias, y tasas de interés reales demasiado bajas. 

El deterioro de los emergentes se exacerbó por el segundo factor que los tiene atribulados: la desaceleración de China, que fungió como motor de crecimiento de muchos de ellos durante los años de auge. El gigante amarillo, necesitado de materias primas para satisfacer el explosivo crecimiento de su manufactura y de su infraestructura, se convirtió en el primer socio comercial de varios países emergentes. Conforme la economía china perdía fuelle, los déficit corrientes de sus socios emergentes se ensanchaban aún más al tiempo el crecimiento económico entraba en declive.

Por tanto, la afluencia masiva de capitales foráneos a los emergentes se convirtió en una fuerza desestabilizadora que ahora es inestable de por sí: no sólo los déficits corrientes son abultados, sino que los capitales salen de esas economía dificultando su financiamiento y traduciéndose en fuertes depreciaciones de las divisas, forzando a varios bancos centrales de países emergentes (Brasil, India, Sudáfrica, Turquía) a subir las tasas de interés para frenar la huida de capitales. Banxico, sin embargo, y como parte de esa tarea diferenciadora, se abstuvo se subir tasas a finales de enero.

¿Por qué México parte de una situación más ventajosa que otros partes emergentes, sobre todo latinoamericanos? En primer lugar, porque su desequilibrio externo es menos grave. En términos del PIB, su déficit corriente es de apenas 1.8%, comparado con los exhibidos por Brasil (-3.6%), Chile (-3.5%), Colombia (-3.4%) o Perú (-3.5%).

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Y esto es en esencia por tres razones: uno, su demanda interna ha sido más débil, y por tanto, también el dinamismo de sus importaciones; dos, al contrario que Brasil, Chile o Perú, que ya tienen a China como principal socio comercial, en el caso de México, EE.UU. sigue siendo su primer cliente. Y frente a la desaceleración de China, la economía e EE.UU. se ha venido fortaleciendo, favoreciendo las exportaciones mexicanas, que en el 2013 terminaron en récord histórico. Y tres, el precio del crudo ha permanecido bastante más estable frente al de otras materias primas como el cobre, el principal producto de Chile, que se ha derrumbado un 30% desde su máximo de principios de 2011.

Junto a eso, también sus desequilibrios fiscales son menos enormes que los de sus pares latinoamericanos y los precios están más controlados, por lo que en definitiva las necesidades de financiamiento de México son menores y no se ven erosionados por la inflación. Por tanto, y aunque el peso mexicano también se ha visto menos zarandeado desde mayo del año pasado, cuando empezaron las turbulencias en los mercados emergentes, hasta la fecha, su depreciación ha sido sustancialmente menor: en ese período, el peso mexicano se ha deprimido un 8.6% comparado con un 10.9% del peso colombiano, un 15.6% del peso chileno, un 16.7% del real brasileño, o un 34.3% del peso argentino, la peor divisa de entre los países emergentes. Suerte penosa corren también otros emergentes de dudosos fundamentales, como Turquía, Sudáfrica o Brasil, que han tenido que subir tasas de interés en las últimas semanas.

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Sí, un caso especial es el de Argentina, cuya divisa ha sido vapuleada. Aquí, los desequilibrios no son tan acuciantes, pero sí le hecho de que no tengan acceso a los mercados de capitales internacionales para financiar los déficit, por pequeños que sean. Argentina nunca resolvió bien la devaluación del peso argentino al principio de siglo: el impago de la deuda, a pesar de la posterior reestructura, nunca satisfizo a los acreedores y la desconfianza sigue primando sobre esa economía y su gobierno, que además es acusado por los organismos internacionales de apañar las estadísticas. 

Por tanto, México está mejor, pero eso no significa que esté exento de riesgos. Los procesos de normalización monetaria de la Fed nunca han terminado bien. El de mediados de los 90 se saldó con la devaluación del peso mexicano y otras crisis emergentes (Asia y Brasil); el de finales de los 90 detonó el estallido de la burbuja tecnológica y una recesión global, aunque breve; y el mediados del año 2000 desencadenó la mayor crisis financiera y recesión mundial desde la Gran Depresión. Y una nueva recesión en EE.UU. junto con una caída abrupta del precio del petróleo desenmascararía a una economía que todavía depende en excesivo de su vecino del norte y de la cotización del crudo.

José Miguel Moreno José Miguel Moreno Economista por la Universidad Autónoma de Madrid. Trabajó en la consultoría estadounidense Stone & McCarthy Resarch en Londres, Nueva York y México DF, realizando análisis para las economías de Europa y América Latina. En México fue director editorial de Infosel, así como consejero, columnista y jefe de análisis económico de El Semanario de Negocios y Economía . Además de conferencista, ha colaborado con T1msn, Invertia, Radio Intereconomía, O Estado de Sao Paulo y The Miami Herald, entre otros medios. Actualmente dirige “Llamadinero.com”, es asesor, colaborador de la revista Forbes México y profesor titular en la Facultad de Economía de la UNAM.