Salario digno
Un salario mínimo demasiado elevado no puede cumplir su cometido. Termina funcionando como control de precios; crea escasez y termina perjudicando justamente a los que trata de proteger. Si fuera lo contrario, observaríamos salarios mínimos elevados en prácticamente todos los países.
Así fue el caso a fines de los setenta y en los ochenta. Por ejemplo, no había hogar que pagara un salario mínimo (SM) a una persona que realizaba servicios domésticos remunerados; el pago no llegaba ni siquiera a la mitad de un SM. Más del 35 por ciento de la población ocupada ganaba un SM o menos y la tasa de desempleo abierto era bastante más elevada. Este fue el extremo del populismo.
Sin embargo, lo mismo sucede cuando el SM es demasiado bajo. Funciona como instrumento para crear empleo precario, que paga menos de lo que se necesita incluso para sobrevivir. Crea condiciones de pobreza extrema y empleos que carecen de sentido humano. Fomenta la informalidad, obligando a una parte significativa de la población a vivir sin acceso a servicios de salud, sin pensión, sin vivienda digna y sin acceso a una alimentación mínima.
Así es el caso actual. Por ejemplo, no hay hogar ahora que puede contratar a una persona para que realice servicios domésticos remunerados pagando el SM; el pago mínimo ahora es casi tres veces (aunque depende de la colonia) el SM actual. Ante el miedo de causar inflación, la tecnocracia actual nos ha llevado al extremo anterior.
Lo que necesitamos es un SM que toma en cuenta los umbrales delineados por el Coneval, de tal forma que sea un salario digno que permite a una familia alimentarse bien y proveer los mínimos de bienestar a los integrantes del hogar. Un empleo que paga menos de eso no debería existir; no solamente contradice la Constitución sino va en contra de lo que debería ser la naturaleza humana.
Lo que necesitamos es un SM que toma en cuenta los umbrales delineados por el Coneval, de tal forma que sea un salario digno que permite a una familia alimentarse bien y proveer los mínimos de bienestar a los integrantes del hogar.
Para mí, no hay duda de que tenemos que subir el SM. La clave es cómo subirlo, sin crear desequilibrios o más problemas de los que queremos solucionar. Necesitamos buscar la forma prudente, de tal forma que nuestra economía lo pueda absorber en forma eficiente. Me gustó como lo describió Ricardo Becerra: ni tecnocracia ni populismo.
No obstante, no se trata solamente de elevar el poder adquisitivo del SM a un nivel digno, sino también una vez logrado, mantenerlo. Esto no debería ser mediante aumentos continuos que pudiera volver a crear los círculos viciosos de mayor inflación de antaño, sino mediante la conservación del poder adquisitivo de toda la población que resulte de una verdadera estabilidad de precios.
@JonathanHeath54