La prioridad (después de salvar vidas): Defender el empleo

Sin la reacción del gobierno, en 2021 se tendría que aumentar considerablemente las transferencias sociales, pues habrá un mayor número de pobres. Esto tiene que entenderse.
2 Abril, 2020

“Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Aunque una cosa sí es segura, cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta”

Haruki Murakami

 

La recepción de la pandemia en México no ha podido ser más accidentada. Por un lado, un gobierno negándola en un inicio y reconociéndola más tarde. Por otro, un sector de la sociedad civil que se la ha tomado muy en serio mientras que otro, no tanto.

Las consecuencias económicas pegarán a todos los sectores de la sociedad. Y, sin embargo, con un liderazgo efectivo podrían paliarse un poco o cuando menos amortiguar golpes e, idealmente, trazar una nueva trayectoria más incluyente pero que brinde certidumbre a los agentes. Esta es una de las labores mínimas del Estado.

En las crisis es que los políticos en turno se encumbran o se terminan de caer. Recuerde la tragedia de septiembre 11 del 2001 cuando las torres gemelas sufrieron ataques; es en ese momento en el que George W Bush se adueña del escenario político. De ser un presidente gris y cuestionado, saltó hacia la reelección. Unificó (con instrumentos sospechosos a los que siempre recurren los americanos como el nacionalismo) al país.

México entra a esta crisis muy dividido. En consecuencia, la manera como cada uno de los sectores ha reaccionado ante la pandemia ha sido distinta. Mientras que buena parte de la sociedad, sobre todo estratos medios y medios altos, ha tomado la decisión de confinarse, el gobierno ha dado señales encontradas.

Reconociendo la enorme necesidad de salvar vidas a como dé lugar, el gobierno necesita ese liderazgo para fijar una prioridad: defender el empleo agresivamente. Para ello, se necesita que aglutine los esfuerzos. Es una oportunidad única para convocar a la unidad, con acciones, no con palabras.

Como se sabe, en México el empleo se caracteriza por una estructura dual muy pronunciada. Primero, está el empleo formal, definido éste como aquél inscrito ante las autoridades de la seguridad social. El segundo, conformado por el resto, a los que se les llama informales, al no estar ante el radar de las autoridades.

Ambos tipos de empleo se verán afectados de manera dramática por la crisis y debe entenderse que hay una concatenación importante entre ambos. Por esto un plan de protección al empleo debe considerar un par elementos. El primero de ellos es proteger y defender agresivamente el empleo formal; el segundo es evitar que los informales (donde se concentra en mayor medida la destitución) crucen la raya de la pobreza.

 

Un plan de protección al empleo debe considerar: Proteger y defender agresivamente el empleo formal, y evitar que los informales crucen la raya de la pobreza

 

La concatenación viene de que, si los empleos formales se pierden, irremediablemente esas personas tendrán que integrarse a la informalidad, no hay de otra. Este fenómeno tendrá repercusiones en muchas de las esferas económicas. Permítame enunciar las tres principales.

Primero, los empleos formales generan una buena parte del consumo (los informales al tener una menor masa salarial, contribuyen menos). La perdida de ellos implicaría un menor consumo, rubro que en los últimos años ha generado buena parte del escaso crecimiento económico.

Segundo, la disminución del empleo formal está asociada a un aumento de cartera vencida en el crédito total de la banca. Ello incluye al Infonavit y al FOVISSSTE. Esto en turno puede generar mayor volatilidad en los mercados financieros. Relacionado con esto, el otorgamiento de crédito se verá muy debilitado al superar la crisis si no se logra contener el desempleo.

Tercero, la reducción de empleo formal implica, necesariamente, una merma en la recaudación tributaria, pues se deja de ser contribuyente. Esto en turno le imprime una presión adicional a las finanzas públicas. Este efecto podría durar años e impactaría aún más nuestra calificación soberana.

Estos tres elementos conllevan a comprender por qué es vital defender agresivamente el empleo formal. Ahora bien, es necesario entender que más del 30 por ciento del empleo formal (aproximadamente 10 millones de empleos) lo genera la pequeña y mediana empresa (pymes), mientras que el 40 por ciento lo genera la microempresa, la que en turno es mayoritariamente informal (95%), de acuerdo a estimaciones propias con base en el Censo Económico del 2019.

Cuando se habla de sector privado, pocas veces se repara en estos actores, pues por su tamaño no tienen voz. Y éstos son los primeros que quiebran. Ya hoy día empezamos a ver quiebras de pequeños comercios, a los que le seguirán incluso los medianos. En consecuencia, comenzamos a ver que el desempleo comienza a crecer. Son, reitero, más de 10 millones de empleos formales que están en peligro.

Si esto lo comprendemos, es fácil darse cuenta que se necesita un plan que coadyuve a la pequeña y mediana empresa a sobrevivir, con lo que se defiende el empleo formal. Esto urge. Defender esto implica paliar las tres consecuencias recién descritas. Por ello, me permito proponer algunas acciones agresivas.

1. Ayuda, vía la banca de desarrollo, a las pequeñas y medianas empresas (aproximadamente 1 millón 800 mil empresas) con créditos incluso a tasa cero. Puede incluirse a la micro, siempre que se encuentre registrada ante el IMSS. De acuerdo a los censos económicos estos establecimientos generan en promedio (cierto, con una varianza alta) 2 millones de pesos anualmente, lo que implica que en un mes sus ingresos ascienden a 166 mil pesos, monto (máximo) que se les podría otorgar de crédito. El costo de este programa ascendería a alrededor de 300,000 millones de pesos, pero con recuperación del mismo en el tiempo (3 a 5 años).

2. Pago de una subvención de un salario mínimo a cada uno de los empleados de la pequeña y mediana empresa, condicionado a no despido y a que el remanente lo cubra el empleador. Esta erogación ascendería a alrededor de 35,000 millones de pesos. Esto por un mes, en el entendido de que se regresaría a laborar en mayo. Podría nuevamente ampliarse a microempresa, pero es preciso verificar que esté inscrita ante el IMSS. Esta es una acción que algunos países europeos están tomando.

3. Asimismo, suscribo las distintas propuestas de diferir o incluso subvencionar las cuotas al IMSS, condicionada al no despido.

4. Prórroga, mas no condonación, a estas empresas del pago de impuestos de hasta por tres meses (crédito fiscal).

Como se puede calcular, estas propuestas representan alrededor de 1.8% del PIB. Debo enfatizar que estas propuestas son única y exclusivamente para las micro, pequeñas y medianas empresas, registradas ante el IMSS.

En cuanto a recursos para contener el crecimiento de la pobreza, los apoyos anunciados por el gobierno (la que en buena medida está insertada en la economía informal1 se mantendrían. El presidente ha hablado de un monto de 400 mil millones de pesos para este sector, que incluye apoyos al sector salud, o 1.7% del PIB.

Lo anterior nos lleva a un plan de apoyo a la economía de 3.5% del PIB. Sin embargo, poco más de 1% sería en principio recuperable (los créditos de la banca de desarrollo) en el mediano plazo. Es una cantidad razonable ante la magnitud de la emergencia.

El día de ayer (miércoles 1 de abril) se presentaron los pre-criterios de política económica en donde se anota lo que se gastará extra para enfrentar los efectos de la pandemia. No dan los detalles, pero es fácil advertir que el gobierno aumentará en 1.8% del PIB el gasto público (a partir de los RFSP). Esta cantidad es insuficiente y cubre solamente el apoyo para contener la pobreza existente, ya cacareada. No considera, pues, a los nuevos pobres que se generarán por la quiebra de pymes.

De ser así, sin la reacción del gobierno, el año que entra se tendría, pues, que aumentar considerablemente las transferencias sociales, pues se tendría un mayor número de pobres. Esto tiene que entenderse.

Por último, quisiera enfatizar que omito las acciones de política monetaria que también podrían contribuir a paliar la crisis. Es importante que se consideren además maneras creativas de inyección de liquidez a la economía, dentro del marco legal existente.

Todavía es tiempo, pues, de tomar el liderazgo y apelar a la unidad. Todos tenemos que sumar.


[1] No sugiero que los pobres son informales. Ni quiero usarlo de manera peyorativa, no se me malinterprete, pero es lo que nos arroja la información estadística, del INEGI. Asimismo, la informalidad es más amplia pues hay actividades informales a lo largo de todos los tamaños de empresas, incluso las grandes corporaciones).

 
Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".