“Extinción” de los Fideicomisos Públicos y la profundización en la desigualdad

Los diputados están a punto de extinguir 109 fideicomisos públicos, no obstante que muchos de ellos han sido constituidos con fondos privados; de aquí que la palabra mas adecuada sea confiscar, no extinguir.
5 Octubre, 2020

La desigualdad en la distribución del ingreso ha aumentado de manera considerable en el mundo. Mucho se ha analizado el problema, sobre todo a partir de que Piketty volviera a poner el tema en la mesa mundial de discusión. El mecanismo para que este fenómeno se reproduzca en el tiempo es que el rendimiento del capital ha sido mayor que el del trabajo (salarios), con lo que la disparidad se va acrecentando.

Hay una serie de factores que intentan explicar porqué el retorno del capital ha rebasado al del trabajo. Los determinantes identificados van desde el avance de la tecnología que sesga el trabajo hacia las personas más educadas y el encarecimiento de la educación superior (esto en los Estados Unidos -EU- y prácticamente toda la América Latina, México incluido), hasta la inserción de la mujer educada al mercado laboral y, más aún, que el matrimonio ocurre dentro de la misma clase social.

Asimismo, con la globalización la competencia económica se redujo en los países avanzados, y en particular en EU, lo que ha concentrado el ingreso de los ricos (con poder oligopólico) todavía más, ampliando la brecha de iniquidad; es decir, han aumentado los beneficios del ganador, que se lleva todo. Peor aún, en EU la esperanza de vida ha tenido una desafortunada reversión, de acuerdo a Case y Deaton (que reseñé en Arena Pública en enero pasado). Los perdedores del modelo económico seguido por ese país es la población menos educada, quienes han visto reducir sus años de vida. Para usar sus palabras: el sistema les ha fallado.

Así, esto posibilita que los estratos altos acudan a mejores escuelas, las que han incrementado sus colegiaturas, y se han vuelto inaccesibles para los estratos bajos, lo que contribuye a seguir incrementando la brecha que los divide. Más aún, reitero, la mesa está puesta para que se casen entre ellos, lo que acrecienta todavía más la desigualdad, perpetuándola.

Pues bien, la H. Cámara de Diputados está a punto de extinguir (confiscar o expropiar, ud amable lector, escoja la palabra) 109 fideicomisos públicos. No obstante que muchos de ellos han sido constituidos con fondos privados; de aquí que la palabra más adecuada sea confiscar y no extinguir.

¿Qué tiene que ver esta acción que quieren tomar l@s diputad@s (y presumiblemente ratificar el Senado, aunque ojalá lo detenga) con la desigualdad en la distribución del ingreso? Pues que una parte de los 109 fideicomisos son los 26 de los Centros Públicos de Investigación.

¿Para qué servían éstos? Fundamentalmente para financiar la educación de excelencia que se imparte ahí con los rendimientos de dichos fondos. En efecto, por medio de becas los CPIs financiaban a la gran mayoría de sus estudiantes, que debe decirse pertenecen a estratos económicos bajos; los CPIs eran su única opción para preparase y así poder competir con la creciente privatización de la educación superior de calidad. Al parecer los diputados tienen una deuda con los estratos altos de la población, que son los que acuden a instituciones privadas.

Los EU hoy se debaten cómo mejorar las universidades públicas, que perdieron la competitividad ante las universidades “elite”, para revertir la desigualdad que causa este fenómeno. Está hasta en la propuestas de Biden.

Acá, en cambio, nuestros diputad@s, cieg@s, hacen exactamente lo contrario y argumentan que es en favor de la población más pobre, una horrible falacia. Lo malo es que todos esos recursos se extinguirán (aquí sí la palabra aplica correctamente) en un año (sí con una causa loable socialmente, pero con consecuencias negativas perpetuas), y l@s chic@s de escasos recursos de varias generaciones que no pueden o podrán pagar el ITESM, el ITAM, la UIA, la Anáhuac, etc. no tendrán opción educativa y competir con los “de arriba” porque se confiscaron los recursos de los centros públicos de investigación. Increíble el tamaño de la ceguera.

Esta situación, créalo amable lector, contribuirá no solamente a una disminución de la de por sí magra producción científica del país, sino que ampliará aún más, en el mediano plazo, la brecha en la distribución del ingreso. Habrá muertes por desesperanza.

Esto no es una conjetura, lo soporta la evidencia científica, que tanto se desdeña hoy día por motivos todavía desconocidos, pero que se conocerán, de eso no tenga duda. El gobierno que se comprometió con sus electores con disminuir la desigualdad, paradójicamente toma acciones que la eternizan. Esa es la decisión histórica con la que tendrán que cargar en esta legislatura. La historia, como dice nuestro presidente, no perdona.

 

[1] Algunas ideas vertidas aquí las esbocé en el artículo: Hernández, Fausto (2020). El Futuro del Capitalismo: una Reseña. Mimeo, CIDE.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".