La afectación más grave del Brexit será para la política y no para la economía: Krugman

El triunfo del Brexit es sólo el comienzo de un movimiento que ha crecido su influencia en todo el continente europeo, tal como los movimientos separatistas, populistas y xenófobos, aseguró el economista estadounidense Paul Krugman.

La consecuencia más grave del Brexit estará en la política y no la economía: “parece claro que el proyecto europeo -todo el esfuerzo por promover la paz y la unión política a través de la integración económica- está en problemas muy, muy profundos,” aseguró contundente el economista en su columna para el New York Times titulada Brexit: The Morning After.

A la creciente influencia del movimiento separatista se puede añadir la debilidad que subyace en la economía europea, según Krugman, un candidato ideal para el "estancamiento secular" y para una depresión persistente de bajo grado que sería impulsada por el declive demográfico que desalienta la inversión.

De acuerdo con Krugman el Brexit es un síntoma de los problemas de fondo que tuvo la Unión Europea en su conformación y de la pérdida de credibilidad oficial que viene con ellos: adoptar el euro sin una cuidadosa reflexión sobre como funcionaría una moneda comun sin un gobierno unificado; el desate de la euro crisis enmarcado en el juego de moral provocada por los sureños irresponsables y el  establecimiento de la libre movilidad laboral entre países culturalmente diversos con muy diferentes niveles de ingresos, sin una reflexión cuidadosa sobre cómo funcionaría.

En el ámbito económico el profesor de la Universidad de Princeton aseguró que el Brexit tendrá efectos sustanciales en la Gran Bretaña que son dificiles de medir, principalmente, porque se revocará la seguridad sobre el acceso al mercado y ello erosionará el comercio con el tiempo, haciendo que éste país sea menos productivo.

Krugman no se muestra alarmado por la depreciación de la libra en 8% luego de la confirmación del Brexit, argumentó que no es algo “grande” en comparación con los episodios históricos que ya ha sufrido, por ejemplo, cuando se redujo un tercio durante la crisis de los años 70 y luego un cuarto durante la salida de la gran Bretaña del Exchange Rate Mechanism en 1992. “Esto no es un choque de clase mundial,” dice.

Gran Bretaña no está sujeta a una crisis de balance clásico por la devaluación de la moneda, sostiene el economista, ya que el país pide prestado en su propia moneda, no como lo hace Argentina, donde una gran parte de las empresas y consumidores adquirieron su deuda en dólares. Por ésta razón Krugman no ve señales que sustenten el temor de los mercados sobre una fuga de capitales y un alza en las tasas de interés.

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