¿Merece el peso la paliza que está recibiendo?

El peso ha sido una de las monedas emergentes más golpeadas en los últimos meses a tal grado que “pronto las autoridades mexicanas tendrían que tomar nuevas medidas de apoyo”, dice The Economist
9 Julio, 2015 Actualizado el 9 de Julio, a las 14:10
el peso ha estado estableciendo nuevos mínimos históricos en los últimos días, muy cerca de una paridad de 16 pesos por dólar
el peso ha estado estableciendo nuevos mínimos históricos en los últimos días, muy cerca de una paridad de 16 pesos por dólar
Arena Pública

El peso es un costal fácil -se escribe hoy en el newsletter Espresso de la versión digital de la revista británica The Economist- refiriéndose a la alta sensibilidad de la moneda mexicana para recibir los golpes de turbulencias aparentemente tan lejanas como la griega o la china.

Y es que el peso ha estado estableciendo nuevos mínimos históricos en los últimos días, muy cerca de una paridad de 16 pesos por dólar.

“Frecuentemente les han dicho (los funcionarios del gobierno) a los inversionistas que la moneda no merece esta paliza”, dice The Economist. Pero la cruda realidad es otra. El peso ha sido una de las monedas de las economías emergentes más golpeadas en los últimos meses a tal grado, dice la publicación, que “pronto las autoridades mexicanas tendrían que tomar nuevas medidas de apoyo”.

Una cuestión que también parecen creer los analistas de los bancos en México quienes pronostican que el tipo de cambio cerrará el año en 15.30 pesos por dólar y en 15 pesos a finales de 2016.

Y es que el peso mexicano es fácilmente impactado por su alta liquidez en los mercados internacionales.

Si bien –argumenta la publicación- el peso está resintiendo los efectos de perspectivas de mayores tasas de interés en Estados Unidos, de un crecimiento económico decepcionante en México y de una débiles finanzas públicas por los precios petroleros; “las perspectivas económicas son mejores que en América Latina en general y con una mayor turbulencia global es menos probable un apretón (a su política monetaria) de la Reserva Federal”.

Así que –concluye The Economist- “no es necesario que cunda el pánico”.