El hombre invisible

“El Hombre Invisible” es un ejemplo del buen cine que atrapa el momento que estamos viviendo a través de una historia de ciencia ficción que indirectamente explora temas de urgente actualidad como la misoginia, el machismo y la tecnología como un monstruo que nos controla y anestesia la voluntad.

Además de ser brillante como thriller sicológico “El Hombre Invisible” nos sirve como una reflexión muy pertinente en estos tiempos en que se discute en México el tema del feminicidio.

Cecilia (Elisabeth Moss, Peggy en “Mad Men”), escapa de una espectacular mansión en la costa de California. El hombre del que huye es su amante, Adrian Griffin, un magnate de fama mundial en el campo de la óptica.

Esto es importante porque a lo largo de la película, Cecilia se la pasará tratando de convencer a todos de que Adrián abusaba de ella y la tenia completamente aislada. A quién le crees, es una cuestión de óptica: a la mujer histérica y claramente afectada, o al impecable hombre, de exquisitos modales y exitoso, además.

Cecilia vive aterrorizada de que el billonario la encuentre y la obligue a regresar con él. A dos  semanas de su huida los medios dan a conocer la sorprendente noticia de que Adrian se ha suicidado. Aunque esto parece liberar a Cecilia, ella duda porque Adrian no era del tipo autodestructivo.

Poco a poco, Cecilia trata de rehacer su vida. Sin embargo, sucesos muy extraños comienzan a ocurrir. Cecilia tiene  la impresión de que alguien la observa, la sigue, la acosa…  Lo peor es que gente querida empieza a recibir  emails amenazantes que supuestamente ha enviado ella. El director y guionista Leigh Wendell utiliza de manera brillante los movimientos de cámara para convertir la película misma en una cuestión de óptica: como espectadores también tenemos una visión limitada que puede o no confirmar lo que  Cecilia asegura, o que bien podrían tener razón quienes la descalifican como una histérica que necesita tratamiento psicológico.

Wendell  llena los espacios de algo que según la óptica de cada uno podría o no estar ahí. El publico no sabe si lo que le pasa a Cecilia es real, y el amante ha regresado como fantasma para realizar actos maquiavélicos que se adjudican a Cecilia.

A diferencia de las cintas de suspenso que tienen éxito en estos tiempos,"El Hombre Invisible" utiliza de manera inteligente y sutil los detalles que te pueden aterrar, pero que no son visibles. Nos recuerda que el verdadero horror no depende de monstruos bien o mal hechos para crear sustos baratos.

En el tema de feminismo, no solo muestra como funciona la mente de un misógino abusivo, sino que, para quienes  proponen castigos más severos como solución, indirectamente nos lleva a entender porque eso no sirve de nada mientras haya impunidad.

Es la impunidad la que permite que el crimen ande rampante en México. En ese sentido, creo que una buena referencia para lo que nos revela “El Hombre Invisible” aplicado a nuestro país, es la “Republica” de Platón. El filosofo griego narra un diálogo entre Sócrates y Glaucón en el que discuten si el ser humano es justo por naturaleza. Glaucón, para demostrar que el hombre solo es justo cuando la ley, o la conveniencia propia lo obliga a ello, recuerda el mito de Giges, un pastor que encuentra un anillo que le da la capacidad de volverse invisible a placer. Giges se dedica a robar, matar y hacerse de un reino gracias a que nunca es llamado ante la ley. Así Glaucón prueba que las personas sólo se comportan bien cuando hay miedo al castigo.  

Otra especie que está circulando en el ambiente ideologizado en el que vivimos es el de que, en una sociedad perfecta, no habría crimen; que, si todos tuvieran lo que necesitan, no tendrían que robar. Se les olvida que la naturaleza humana no solo codicia riquezas: siempre queremos algo más, el éxito, el poder, la inteligencia, y hasta las parejas de otros.

Así que reducirlo a un tema de repartición de riqueza es muy simplista. Hay que leer a los griegos para conocer mejor el mundo y, si no, por lo menos ver películas como “El Hombre Invisible”.