El país en donde el dinero compra la salud

El precio que se paga en los Estados Unidos por un tratamiento es sustancialmente mayor al que se paga en otros países desarrollados, como Reino Unido, Canadá, Australia o Suiza por el mismo procedimiento. 
1 Marzo, 2020
El país en donde el dinero compra la salud - Luis Monroy-Gómez-Franco
El país en donde el dinero compra la salud - Luis Monroy-Gómez-Franco
Equilibrios Múltiples

Cuando escuchamos en las noticias que algún famoso o político mexicano se enferma de gravedad, o va a someterse a un procedimiento quirúrgico muy especializado, lo común es que a eso le siga la afirmación de que la persona será tratada en algún hospital de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, vemos que en las campañas presidenciales de Estados Unidos, un tema central es quién tiene acceso al sistema de salud

Pareciera pues, que es más sencillo para un famoso mexicano poder ser atendido en un hospital estadounidense que para un habitante de ese país. Para poder entender lo que pareciera ser una rareza del sistema de salud estadounidense, es necesario traer a la mesa un tema que hasta hace muy poco era dejado de lado: la desigualdad económica. 

Para entender el papel que la desigualdad juega dentro de esta aparente contradicción, es necesario dar un paso atrás y hablar de la forma en que está organizado el sistema de salud estadounidense. El principio rector que le rige es aquel que supedita el acceso a los servicios de salud, en el caso de la mayoría de la población, al monto de recursos económicos con los que cuenta la persona. Ya sea que la persona pague directamente por el servicio al momento de necesitarlo, o a través de un seguro médico (contratado por su cuenta o a través de su empleador). Para la mayor parte de la población el acceso a la salud está mediado por cuanto dinero tenga en su cuenta bancaria. 

Hay, sin embargo, tres grupos de la sociedad estadounidense cuyo acceso a la salud no se rige por este principio: los veteranos de guerra, los adultos mayores a los 65 años, y la población de muy escasos recursos. Los veteranos de guerra tienen garantizado el acceso a un servicio de atención médica, financiado y operado por el Estado: el Departamento de Veteranos. La calidad del servicio proporcionado por dicho Departamento depende en buena medida del presupuesto que se le asigna, el cuál no ha crecido conforme al crecimiento de la demanda a la que se enfrenta desde el 2001.

En el caso de la población de bajos recursos, dependiendo de estado a estado de la Unión Americana, esta puede tener acceso a un seguro médico financiado por el Estado, conocido como Medicaid. Si bien hay un mínimo cubierto por el programa federal de Medicaid, la cobertura de dicho seguro varía de estado a estado, pues hay un fuerte componente que es cubierto por las autoridades estatales. Por último, la población de más de 65 años tiene acceso a un seguro médico financiado por el gobierno federal conocido como Medicare. 

 

En sociedades en donde el ingreso está concentrado en muy pocas manos, un incremento en el precio de los servicios de salud tiene como resultado que cada vez menos personas tienen la posibilidad de emplearlos.

 

Para el resto de la población, este principio rector tiene dos implicaciones prácticas. Por un lado, que la salud no sea considerada como un derecho dentro de la sociedad estadounidense (y por tanto, no es necesario que el Estado garantice). El segundo hecho es que se emplean fundamentalmente mecanismos de mercado para determinar no sólo el acceso a los servicios de salud, sino también el tipo de servicios de salud a recibir. Es decir, la determinación del precio al cual se venden los distintos servicios de salud es dejado fundamentalmente a la interacción entre los interesados, que en este caso son los proveedores de los servicios (hospitales, consultorios), las aseguradoras (en tanto que son el mecanismo por el cual la mayoría de los usuarios pagan por los servicios) y los usuarios mismos. 

Estos dos elementos son los que hacen que la desigualdad de ingresos adquiera un papel importante al interior del sector de servicios médicos estadounidense. En sociedades en donde el ingreso está concentrado en muy pocas manos, un incremento en el precio de los servicios de salud tiene como resultado que cada vez menos personas tienen la posibilidad de emplearlos. Lo cual ha ocurrido en los últimos años.

Los precios tanto por medicamentos como por procedimientos médicos son mucho más altos de lo que la mayor parte de la población se puede permitir. Como documenta Uwe Reindhardt en su libro Priced Out, el costo de los servicios de salud en los Estados Unidos se han incrementado progresivamente desde los noventa, sin haber ocurrido un incremento equiparable en la demanda por los mismos.  

Se podría decir que dicho incremento se debe entonces a que las innovaciones tecnológicas y científicas han vuelto los tratamientos progresivamente más caros. Es decir, los proveedores están transfiriendo el mayor costo en los servicios médicos a los usuarios, pero al final del día se debe a una mejora en dichos servicios. Ello implicaría que deberíamos observar costos igual de altos en aquellos países que utilizan las mismas tecnologías que en los Estados Unidos.

Sin embargo,  como muestran los datos de la Federación Internacional de Planes de Salud (International Federation of Health Plans), el precio que se paga en los Estados Unidos por un tratamiento es sustancialmente mayor al que se paga en otros países desarrollados, como Reino Unido, Canadá, Australia o Suiza por el mismo procedimiento. 

Por poner un ejemplo concreto: el precio de una cesárea con el mismo equipo y procedimiento, en los Estados Unidos es de 15,000 dólares. En Holanda, el precio representa un 35% del pagado en Estados Unidos, en Reino Unido representa 47% del precio pagado en EE.UU., en Suiza, 50% y 56% en Australia, Dicho de otra forma, por procedimientos equivalentes, los habitantes de Estados Unidos pagan mucho más que los habitantes de otros países desarrollados. Ello lleva a que el común de las personas racione su consumo de servicios de salud, pues simplemente no puede pagar el precio de estos tratamientos. 

De ahí que las propuestas de los candidatos demócratas en ampliar el acceso a dichos servicios vía la modificación del actual entramado del sistema de servicios de salud. Ello permitiría que no sólo las personas de mayores ingresos pudieran tener acceso a los más recientes avances de la medicina, sino que dichos avances fueran accesibles para la mayor parte de la población.

En la actualidad, el estadounidense es sólo el mejor sistema de salud del mundo para quien tiene suficientes recursos como para pagarlo, y ello no incluye a la mayor parte de los estadounidenses.

Luis Monroy-Gómez-F. Luis Monroy-Gómez-F. Estudiante del doctorado en economía en el Graduate Center de la City University of New York e Investigador Asociado Externo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias. Investigo sobre desigualdades económicas, movilidad social y desarrollo económico.