Batman, ese 'cadáver exquisito'

No hay realmente un Batman, sino muchos. Hay pues una poética de Batman o varias poéticas de Batman con diversos rostros.
11 Marzo, 2022
Batman.
Batman.
Cinetlán

Hay una nueva película de Batman en cartelera. Antes de dictaminarla, enunciemos una verdad categórica: la eternidad de Batman.

Han pasado 83 años desde su creación. El personaje apareció por primera vez en las historietas americanas un 30 de marzo de 1939, en el número 27 de “Detective Comics” de la editorial National Publications, creado e ilustrado por Bob Kane y co-creado y escrito por Bill Finger, descrito por Mike W. Barr como “el primero y mejor de los escritores de Batman”[i]. Y no obstante ser un octogenario, el personaje sigue vigente en la cultura con la energía propia de la eterna juventud. Se habla de él incansablemente, en los hogares, en el trabajo, en las tertulias: el nuevo Batman, el viejo Batman, el eterno Batman.

Frank Miller, uno de los mejores escritores de Batman, quién quizá realmente definió su tono contemporáneo, se enamoró del personaje en su niñez, entre 1963 y 1964. En 1985, tras la “Crisis de la tierras Infinitas” DC Comics decidió reiniciar todas sus sagas para no cargar con el fardo de la continuidad, y uno de sus personajes más importantes era precisamente el Detective de Gotham. Dick Giordano le dijo a Miller: “Esta es la fecha exacta para hacer un nuevo lanzamiento del «viejo» caballo de guerra.” Entonces Miller, que estaba por cumplir los 30 años, anotó: “Pero ese era el problema. Eso fue lo que me molestó tanto de Batman. El maldito nunca envejecía. Después de casi cincuenta años de publicación continua, ahí estaba, sin arrugas, guapo, perpetuamente en los 29 años. (…) Perpetuamente joven (…) Inmune ante el tiempo mismo”[ii].

Y además soberbio[iii], cual catedral Gótica.  Miller apunta: “es grandioso. Sus pasiones son monumentales. Aún su tristeza no es deprimente, sino reflexiva; un tormento Wagneriano. Sus triunfos son olímpicos.” Y añade: “Cuando el comisionado Gordon quiere llamar a su vigilante favorito, no lo hace discretamente como cualquier persona con un poco de sentido común. Noooo. Él ilumina el cielo de Ciudad Gótica”.

Pero tiene otra particularidad, tras 83 años de narrativa, es un personaje que ha sido interpretado por un gran coro de autores, y Miller lo reconoce: “Nada se crea en un vacío, y eso es realmente evidente cuando estás jugando con un personaje que es admirado por generaciones enteras (…) si tratara de enlistar cada escritor que ha tenido algo que decir u ofrecer sobre Batman, no habría espacio en este volumen”[iv].

Y es cierto, hay poco espacio, pero podemos atisbar esta grandeza. Y es que Batman es un cadáver exquisito narrativo. Un cadáver exquisito es una obra poética colectiva, donde un primer escritor escribe un verso y otro debe seguir el hilo de ese verso con otro de su autoría y estilo, y luego otro y otro. Se practica o practicaba mucho en talleres literarios. Al poema resultante se le conoce como “Cadáver Exquisito”[v].  

Pues bien, con Batman ocurre algo semejante. DC Cómics ha tenido el buen tino de poner su personaje en manos de muy diversos artistas, sin importar la famosa continuidad o ninguna continuidad, por lo que no hay realmente un Batman sino muchos. Depende quién lo escriba y qué trato le de al personaje. Esto ha derivado en que Batman tenga, más que ningún otro personaje, incluso más que Superman, un amplio corpus de obras maestras del cómic, la animación y la cinematografía. Se trata de un corpus de narraciones francamente notables, que conforman, -como un cadáver exquisito- un rosario de relatos en los que el personaje no siempre es idéntico a sí mismo, ni es tratado en el mismo tono. Hay pues una poética de Batman o varias poéticas de Batman con diversos rostros.

El reinicio de Batman en DC Cómics vino acompañado de “miniseries[vi]” o “series limitadas” que luego también se transformaron en novelas gráficas. Para ser honestos, fueron principalmente los libros de Batman los que motivaron la llamada explosión de la novela gráfica[vii]. Y esa fiebre inicia con Dark Knigth (1986) de Frank Miller, que es por decir los menos, una obra maestra del noveno arte, del arte popular o industrial. Una de las obras de arte que más influyeron en las narrativas del último cuarto del siglo XX, y cuya influencia estética continua en la actualidad.

Por tratar solo un aspecto de la obra, Frank Miller fue uno de los primeros narradores que integraron el lenguaje televisivo al relato audiovisual. La televisión en los años ochenta ya ejercía una notable influencia en la vida cotidiana, en cuestiones tan relevantes como la política, la información, la publicidad, la propaganda, o el entretenimiento. Dark Knigth mostró el camino, y el lenguaje televisivo se incorporó a la narrativa global. La obra incorpora fuertes contenidos políticos, no acostumbrados en la historieta industrial. En Dark Knigth, Superman se ha transformado en una herramienta política del gobierno de Estados Unidos, mientras que Batman conforma una resistencia civil; la confrontación es excepcional, Batman derrota a Superman, y aunque puede matarlo no lo hace, pero le hace llegar su mensaje: un humano con un buen plan es capaz de acabar con él, no es indestructible.   

El éxito de Dark Knigth dio pie a que a Miller se le encomendará la narrativa de los orígenes. Así surgió Batman año 1 (1987) con dibujos y tintas de David Mazzucchelli, de gran elegancia y belleza gráfica. Miller replantea el origen del “universo de Batman” porque no solo le da un tratamiento realista y especial al protagonista, sino a otros personajes y situaciones fundamentales de su narrativa, como el comisionado Gordon, Alfred, Ra’s al Gul, la baticueva, etcétera. Un trabajo formidable de reorientación completa del personaje: “una reconstrucción del mito heroico actualizándolo a los nuevos tiempos”[viii]. Y este fue el nuevo rostro de Batman hasta hoy. Desde entonces todos los escritores de las series de Batman debían partir de Miller, de una forma u otra.

Cuando a Mike W. Barr se le encomendó la escritura de Batman: Año 2, Barr se preguntó cómo un equipo sería capaz de seguir el acto de Frank Miller y David Mazzuchelli. No se podía, sin embargo ya la historieta estaba cambiando radicalmente. Año 2 inicio con el dibujante Alan Davis, y las tintas de Paul Neary, con un estilo bastante clásico de dibujo y paginación, pero fue terminada con los dinámicos y muy peculiares trazos de Todd McFarlene, con tintas de Alfredo Alcalá. McFarlene rompió el lenguaje de la paginación con cierta geometría de viñetas para lucir su estilo de gran dinamismo y ritmo visual, Batman nunca ha lucido una capa más espectacular, ni se ha columpiado sobre Gotham con tanta magnanimidad.

Pronto, Batman dio pie a obras más ambiciosas, como “Arkham Asylum” (1989) de Grant Morrison, una verdadera “novela gráfica”; es decir, una obra creada desde su concepción para ser editada como libro de arte y no en revistas.

Ilustrada por Dave McKean, la novela gráfica utiliza recursos pictóricos, entre collage, fotografía, pintura y dibujo experimental. La pura plástica de la obra proporciona una fuerza emocional, inédita en ese momento, para un relato de superhéroes. Por otra parte hace evolucionar al comic al prescindir de los marcos de viñeta, con una narrativa que encuentra sus límites en los bordes de la página o que se desborda hacía el espacio imaginario que la plana sugiere. La historia explora uno de los escenarios ficticios más enloquecidos de Gotham: el hospital siquiátrico penitenciario Asilo Arkham, en el que están encerrados los peculiares villanos de Batman. La obra reflexiona sobre la cordura de Batman: ¿Acaso no es otro demente más?

Esta no es una idea original de Gran Morrison, había sido desarrollada en una “miniserie” escrita por otro gran artista del comic: Alan Moore, autor de “Watchmen”, otra serie de DC Comics dibujada por Dave Gibons y entintada por John Higgins. Alan Moore debutó en Batman con una historia unitaria que no se centra en Batman, sino en su peculiar villano. Uno que nadie tomaría muy en serio, por su imagen monstruosa e inhumana: Clayface, mejor conocido en México como “Fango Mortal”. Esta inmensa creatura de lodo pantanoso y putrefacto, es explorada por Alan Moore desde su lado humano, y nos permite comprender al personaje, sumergido en una soledad tortuosa. Batman transita por el relato solo desde el punto de vista de Clayface, por lo que aparece repentinamente en momentos oportunos. Es una historia memorable y entrañable, que culmina con la boda de Clayface, quién se enamora de un maniquí.

Alan Moore también prepararía “La Broma Mortal” (1988), quizá el relato más sombrío y enloquecido de Batman y otro parteaguas en la narrativa del hombre murciélago. Joker escapa de Gotham y como ocurre en sus series, tiene un elaborado plan demente, pero esta vez no es para matar a Batman –aquí el relato se distingue de otros- ahora su objetivo es demostrar una tesis: que cualquier ser humano “normal” colocado en una situación extrema, podría perder la razón y actuar irracionalmente, al margen de la ley, como él. Y aunque su sujeto de experimentación es el Comisionado Gordon, en realidad su demostración es para Batman. 

En pleno enfrentamiento final Joker trata de hacer reflexionar a Batman al respecto: “He demostrado que no hay ninguna diferencia entre yo y los demás. Tan solo hace falta un mal día para volver loco al hombre más cuerdo del mundo. Esa es la distancia que me separa a mí del mundo. Un mal día. Tú también tuviste un mal día una vez, ¿verdad? Sé que sí. Me doy cuenta. Y tuviste un mal día y todo cambió. ¿Por qué, si no, habrías de vestirte como un murciélago? Tuviste un mal día y te volviste loco como los demás. ¡Pero tú no puedes admitirlo! Tienes que seguir fingiendo que la vida tiene algún sentido. ¡Que toda esta lucha tiene algún significado!”[x]

Batman y el Joker riendo a carcajadas bajo la lluvia, al final del relato, revelan una empatía tóxica y tortuosa, entre dos adversarios que, quizá, no sean más que lo mismo, en lados opuestos de la sociedad y de la ley, pero con una línea muy delgada en medio. Así la “Broma Mortal” es una historieta en la que uno de sus personajes reflexiona profundamente sobre sí mismo y los demás; una obra psicológica de gran calado, que trata que el lector se vuelva consciente de que las nociones de locura, en un relato de superhéroes, se puede aplicar a los dos bandos: al final héroes y villanos se presentan travestidos, tras una máscara. ¿No hay locura en ello? El Joker es en realidad el personaje iluminado, el más honesto con su propio drama personal, y el que revela la “verdad” esencial. Y Batman se muestra en realidad muy simplificado.

Tan genial como “La Broma Mortal” impresa, resulta la película animada de Sam Liu (2016), que adapta el título a la pantalla pero con cambios muy importantes: desarrolla con cierta profundidad el personaje de Batichica, e introduce algo que está implícito en el comic, pero que él vuelve explícito: el erotismo macabro. Esto incluye una sorprendente escena de sexo en el que Batichica (Bárbara Gordon, la hija del comisionado) no pude contener su deseo por Batman, un deseo que ella reconoce enteramente sexual. Y es que en 'Broma Mortal' se inicia un arco que luego fue retomado en la continuidad: el Joker le dispara a Bárbara y queda parapléjica. Luego la somete a una sesión fotográfica en la que la tortura y abusa de ella. Proyecta estas fotos amplificadas a tamaño mural en un extenso pabellón, mientras Gordon es obligado a mirar estas atrocidades montado en un carro de diversiones. El objetivo del Joker es que Gordon enloquezca. Lo que hace Sam Liu es amplificar el tono grotesco de todas las situaciones, para que la película funcione en un sentido más emocional y menos intelectual.

 

Se habla mucho del Batman de Burton, y del de Nolan, pero yo creo que el mejor director de Batman ha sido y es Sam Liu, con una cadena de títulos muy apreciables, y que nos permiten entender cómo se juega con Batman.

Batman, como personaje, puede tener un tratamiento diferente según lo que se quiera de él; como se vuelve pues un verso de un cadáver exquisito interminable. En “Asalto a Arkham” (2014), por ejemplo, Batman solo aparece en ciertos momentos ya que la acción siempre se narra a partir del Escuadrón Suicida; en “Batman: Gaslight” (2018) la acción se traslada a la Inglaterra del siglo XIX, y el némesis de este Batman retro es ni más ni menos Jack el Destripador; en “Liga de la Justicia: Dioses y monstruos” (2015) Batman es un verdadero vampiro, convertido en monstruo por un experimente científico, aparentemente fallido. Mencioné solo estas, pero hay muchas más.

Quién respalda la carrera de Sam Liu, como impulsor o productor, es uno de los grandes genios contemporáneos de DC Comics: Bruce Timm. Un animador brillante, que desarrolló prácticamente la estética animada de DC Comics en los años 90 y cuya influencia persiste en el nuevo siglo. Es el creador de Batman: La serie animada (1992-1995); y de Batman Beyond, o Batman del futuro (1999-2001); y de muchas otras series animadas de DC Comics. Su estilo de dibujo rinde homenaje a los comics de la edad de oro, con una estilización art deco de gran elegancia y dinamismo, y muy inspirado en la Ciudad Gótica diseñada por Anton Furst, y los ambientes sombríos y decadentes creados por Tim Burton y Roger Pratt.  

Como en los comics, Batman también ha sido licenciado a diversos artistas de la animación. La película Batman Ninja (2018) del japonés Junpei Mizusaki, y diseños del artista manga Takashi Okazaki, es un anime con toda su estilización característica, con elementos steampunk, llevando a Batman al Japón Feudal, y sometiéndolo a la disciplina ninjutsu. La película incluye también delirantes escenas mecha, con artefactos mecánicos adaptados a la época. Es una obra sensacional.   

 

Mi película animada favorita -de arte, por decirlo así- se llama “Batman: Gotham Knigth” (2008), una película conformada por seis cortometrajes, en co-producción japonesa-norteamericana. Cada cortometraje cuenta con su propio estilo artístico. Lo que unifica a los cortometrajes es que presenta a un Batman en formación, en sus inicios como justiciero y que la premisa general es el viejo debate sobre si Batman mata o no mata. Estos cortos exploran a un Batman superético, que no pondría en riesgo ninguna vida. Pero llevan esta premisa a límites extremos: puede parecer ridículo por ejemplo que Batman no se pase un alto en una calle vacía, aunque deba hacerlo por sentido común. El segmento Field Test de Hiroshi Morioka es el que mejor trama la premisa. El segmento final, que lleva el nombre del sensacional personaje Deadshot, de Jong-Sik Nam, cierra de forma magnífica el serial, aunque nos hace desear que continúe. La plástica de sus diferentes artistas, es un goce estético en sí.    

 

Hemos llegado pues al final de esta revisión, de los mil y un Batman, sin aterrizar aún en la televisión y en la cinematografía live action. Junto al reinicio de sus sagas, a mediados de los ochenta, DC Comics también invirtió en un añorado proyecto fílmico, que había iniciado como una entelequia desde el éxito de Superman (1978) de Richard Donner. Justo el año de la publicación de las novelas gráficas que revolucionaron la industria, 1986, se contrató a Tim Burton para dirigir el anhelado proyecto fílmico de Batman. Burton es un eterno enamorado de “El Gabinete del Dr. Caligari” (1920) y de su estética expresionista, única. Este expresionismo extremo está en toda su obra y Batman no es la excepción. Los magníficos diseños urbanos de la Ciudad Gótica de Anton Furst, que Burton hizo construir, y la peculiar estilización de sus personajes, ubicados en la estética de la edad de oro de los comics, así como las atmósferas nocturnas y sombrías creadas por Roger Pratt, y la magnífica banda sonora de Danny Elfman -así como un espléndido casting- le dieron a Batman una estética filmográfica difícil de superar, que ha influido de una forma u otra en todos los Batman sucesivos (e incluyo al de Matt Reeves). La película se estrenó en 1989, precedida de una fiebre social y publicitaria, denominada batimanía, su éxito rotundo derivó en una secuela Batman Returns (1992).    

Para la siguiente película tomó el mando Joel Shumacher, quién jamás había leído historietas… y menos de superhéroes. Cuando se le ofreció el proyecto se puso a leer, pero el personaje lo indigesto, según señaló. Detestaba el tono sombrío del Batman contemporáneo y prefería el tono naif y feérico del Batman (1966-1968) de la cadena ABC, interpretado por Adam West, dirigido a los niños y con clasificación familiar. En consecuencia, sus dos películas “Batman Forever” (1995) y “Batman y Robin” (1997) tienen este tono bobalicón y aniñado, aunque conservan superficialmente la estética de Burton.

Estética parcialmente recuperada en la serie de televisión Gotham (2014-2019) de Bruno Heller –lo dicho, es imposible escapar de su influencia- una serie que reescribe muchas páginas de la infancia de Bruce Wayne y de muchos otros personajes aliados y villanos, a lo largo de 5 temporadas. La serie se escribe libremente alejada de cualquier continuidad o canon. Su personaje de Nygma (Riddler) interpretado por Cory Michael Smith debe haber inspirado al Riddler del último Batman, el de Matt Reeves. Con esa misma juventud, vivacidad y fiereza.      

El prestigiado director Christopher Nolan, inició un nuevo serial cinematográfico inspirado en Batman: Año 1 de Frank Miller, lo que resultó en Batman Begins (2005). Se aleja por completo del tono expresionista y caricaturizado de Burton, e incorpora el tono realista y sombrío de la historieta original. Su segunda película The Dark Knight (2008) se inspira en “La Broma Mortal” de Alan Moore, y crea una confrontación filosófica entre Joker, magníficamente interpretado por el actor Heath Ledger –ya legendario- y Batman, interpretado por Christian Bale. Esta película puede considerarse, si no la obra maestra del cine de superhéroes, una de sus obras maestras indiscutibles. Y una de las mejores de Batman, si no la mejor.

Ahora bien, este Batman no es original de Nolan, sino que se inspira en las novelas gráficas de las que hablamos. Para su tercer película The Dark Knight Rises (2012) realiza un cóctel de sagas de Bane, principalmente "La caída del murciélago", el célebre comic en el que Bane rompe a Batman literalmente, y de la saga “Legado” en la que Bane se transforma en heredero de Ra’s al Gul. Quizá por este revoltijo narrativo, es la más floja de la serie.      

El polémico director Zack Snyder utilizó a Batman en dos películas “Batman vs. Superman: el origen de la justicia” (2016) y en "La Liga de la Justicia", que tiene dos versiones: “La Liga de la justicia” (2017) dirigida por Joss Whedon (francamente mediocre) y la “Liga de la justicia de Zack Snyder” (2021). Los problemas que tuvo Zack Snyder con estas producciones y con los ejecutivos de Warner, aunado al fracaso en la taquilla de las dos primeras películas mencionadas, hicieron naufragar la intención de crear un UCDC (Universo Cinematográfico de DC) también llamado snyderverse. Se malogró un Batman que parecía acercarse al canon, bien interpretado por el actor Ben Affleck. Aunque los filmes de Snyder pueden considerarse clásicos del cine de superhéroes, es cierto que son películas grandilocuentes, muy engoladas, que llevan la mítica de sus personajes a extremos churriguerescos.   

Matt Reeves realiza ahora un Batman infinitamente más sobrio, y sin las pretensiones de trascendentalidad de su antecesora. Un film más clásico, centrado en sí mismo, unitario, despreocupado del universo x, y, z, o de ninguna posible secuela. Un Batman más sólido, más realista, más centrado. Recupera los tonos góticos y sombríos del expresionismo de Burton -la estupenda banda sonora de Michael Giacchino esta evidentemente inspirada en la de Dany Elfman- pero sin caricaturización, más cercana al estilo de Frank Miller.

 

Al término de esta revisión histórica, que solo considera un periodo breve, de mediados de los ochenta a la fecha: ¿Qué tan importante es preguntarse si este Batman es mejor que tal otro? ¿Hay que quedarse con un Batman? ¿Con cuál? El Batman expresionista, el realista, el filosófico, el steampunk, el artístico, el manga, el anime, el art deco, el naif, el superético, el que no mata, el asesino, el pasional, el cerebral… En fin. Me parece que quedó claro que no hay un solo Batman. Y quizá tampoco un mejor Batman, pues habiendo tanta diversidad ¿Por qué quedarse con uno?

El de Matt Reeves no es único, ni insólito, aunque sí nuevo; representa una nueva escritura sobre esta poética. Lo único que ha hecho es poner su propio verso, sobre ese cadáver exquisito, interminable e infinito, que es Batman.

 

[i] Mike W. Barr, prólogo a “Batman: Año Dos” Publicado originalmente en Detective Comics 575-578, 1987, escrito por Mike W. Barr, e ilustrado con trazos de Alan Davis y Todd MacFarlene, y tintas de Paule Neary y Alfredo Alcalá. El prólogo pertenece a una edición compilada de 1990, fechado en octubre de 1989. La edición consultada es: “Batman: Año Dos” Edición Especial; Editorial Vid, Ciudad de México, 5 de Enero de 2000.

[ii] Frank Miller, introducción a “Batman: El Regreso del Caballero Nocturno” Publicado originalmente en cuatro números como “Batman: El Caballero Oscuro Regresa 1-4” en 1986. La introducción fue escrita y fechada 16 de Septiembre de 1996, para la edición especial del décimo aniversario, publicada ese mismo año. La edición consultada es “Batman: El Regreso del Caballero Nocturno. Edición de Décimo Aniversario, Tomo I”, escrito y co-dibujado por Frank Miller, con dibujos de Klaus Janson y tintas de Lynn Varley. Edición Especial; Editorial Vid, Ciudad de México, 1º de Octubre de 1997.

[iii] Soberbio en su acepción de “exceso en la magnificencia, suntuosidad o pompa”.

[iv] Esto que es tan evidente hace que Barr concluya: “No existe la versión definitiva de un personaje que ha vivido por cincuenta años”. Este 30 de marzo de 2022 serán 83 años, por lo que estas ideas son más vigentes que nunca.

[vi] De hecho las miniseries o series limitadas en el comic, nacieron en DC Comics con Superman: “La primera la publicó DC Comics en 1979 (World of Kripton) y tuvo tres números. La serie limitada se diferencia de las colecciones normales de comic books en que no nace con duración indefinida, sino con un final cerrado. Aunque las historias que abarcaban diferentes números de una colección existían desde los años cuarenta, este concepto era nuevo, porque la serie limitada se concebía como una historia completa y terminada, independientemente de cuáles fueran su ventas. Aunque una serie limitada tuviera éxito, acababa en el número previsto, mientras si fracasaba, de todos modos llegaba a completarse, sin cancelarse antes de su final. Cada serie limitada solía contar una historia completa dividida en capítulos (el estándar mínimo se estableció en cuatro, y el máximo en 12), lo que ayudó a cimentar el concepto de «relato largo» entre un público lector acostumbrado a la narración seriada sin principio ni final. Con la consolidación del direct market, las series limitadas se convirtieron en el material perfecto para ser recopilado en tomos, y fueron uno de los elementos  fundamentales en la primera explosión de la Novela Gráfica”. Citado de Santiago García “La Novela Gráfica”, Astiberri Ediciones, Bilbao, 2014. pp. 172-173

[vii] Idem. “(…) junto a Maus, de Art Spiegelman, los dos títulos que acapararon los focos en aquel momento fueron Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibons, y “Batman. The Dark Knight Returns” (Batman. El regreso del caballero oscuro), de Frank Miller y Klaus Janson.” pp.172. “El Regreso del Caballero Oscuro, provocó una fiebre por la novela gráfica y el comic «adulto» a finales de los ochenta y principios de los noventa”. pp.203.

[viii] Idem. pp. 202.

[ix] “Watchmen pretendía ofrecer una mirada realista y adulta sobre los superhéroes y su influencia sobre nuestro mundo si verdaderamente existieran. Watchmen sorprendió por su trasfondo político, su contraste entre la psicología de los personajes y su función esterotipada, y por la densidad de lectura que ofrecía, con constantes juegos entre la palabra y la imagen (…) En resumidas cuentas, Watchmen utilizaba a los superhéroes como excusa para una narración cínica, polisémica y texturizada” Idem. pp. 202

[x] “Batman: La Broma Mortal” Guion de Alan Moore, Trazos de Brian Bollland, Tintas de John Higgins. Publicado originalmente por DC Comics en un tomo en 1988. La edición consultada es “Batman: La Broma Mortal”, Guion de Alan Moore, Trazos de Brian Bollland, Tintas de John Higgins. Editorial Vid, Ciudad de México, 1997. pp. 39

Luis F. Gallardo Luis F. Gallardo Nació en la Ciudad de México, en medio de los cohetones que echaban los suavos y zacapoaxtlas para conmemorar la batalla de Puebla, un 5 de mayo de 1975. Pertenece a la generación 1996 del CUEC, donde estudió Cinematografía, también estudio Letras Hispánica en la UNAM. Se especializa en guiones de programas de televisión cultural y educativa, de esos que pasan de madrugada. 18 años de experiencia en docencia, capacitación e investigación cinematográfica. Ha visto un par de películas. Baila salsa.

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