Mayores costos y riesgos medioambientales no frenarán compra de Deer Park por Pemex: Expertos

Pago de pasivos, nueva inversión en infraestructura, riesgos por estructura de propiedad y costos regulatorios entre las barreras que enfrenta Pemex para comprar el 100% de la refinería texana.
10 Diciembre, 2021 Actualizado el 10 de Diciembre, a las 12:34
Al inicio se dijo que la refinería costaría a Pemex casi 600 MD, cifra que podría duplicarse (Foto: Canal del Congreso)
Al inicio se dijo que la refinería costaría a Pemex casi 600 MD, cifra que podría duplicarse (Foto: Canal del Congreso)
Arena Pública

La refinería de Deer Park costará mucho más que lo presumido por el Presidente López Obrador. Pero ni el precio, ni la estructura de propiedad, ni los riesgos medioambientales, serán barreras para que Pemex finalmente adquiera la totalidad de la refinería texana.

Desde el anuncio de la compra de la refinería de Deer Park, ubicada en Houston, Texas, por Petróleos Mexicanos (Pemex), las críticas de expertos y funcionarios a ambos lados de la frontera no se hicieron esperar, principalmente por la pobre reputación operativa de Pemex. El lunes 24 de mayo, a través de un video, el presidente Andrés Manuel López Obrador dió como un hecho la operación y presumió la compra del 50% restante de Deer Park, que costó -dijo- 600 millones de dólares.

Sin embargo, a más de seis meses del anuncio, las preocupaciones sobre la operación de Pemex se han ampliado, tanto por el retraso en el visto bueno a la operación por parte de las autoridades de Estados Unidos, como por las revelaciones sobre el verdadero costo financiero de la transacción, y el largo proceso de transición a un Deer Park controlado 100% por Pemex, una petrolera que ha sido cuestionada por sus prácticas gerenciales.

Si bien -dicen expertos consultados- parece poco probable que ninguno de estos asuntos lleve a que se cancele la operación, sí podría hacer más largo el proceso de adquisición. Y en el camino, esto también implicaría que el gobierno tendría que esperar más para obtener, y presumir, los resultados que espera de la operación.

Seguridad: La mayor barrera inmediata de Pemex

El dolor de cabeza más inmediato para la adquisición de Deer Park es justamente la aprobación de las autoridades estadounidenses de la aprobación. En un comunicado a finales de noviembre, Shell (la todavía dueña mayoritaria de la refinería) señaló que el Comité de Inversiones Extranjeras en los Estados Unidos (CFIUS) retrasó la aprobación de la venta.

De acuerdo con Rosanety Barrios, analista independiente de energía, “en estricto sentido los tiempos regulatorios están siendo respetados, incluyendo la serie de extensiones a la que se tiene derecho […]. Esto no quiere decir que no haya manifestaciones públicas de congresistas sobre la capacidad de Pemex para operar esta refinería. Eso ahí está, es una realidad”.

Firmas independientes en ambos lados de la frontera han abonado a las preocupaciones de las que habla la especialista. El think tank México Evalúa presentó en junio un estudio donde calificó a la paraestatal como “una de las tres petroleras con más riesgos medioambientales y sociales en el mundo”. En el reporte, citó malos rendimientos en el control de emisiones de carbono, altos niveles de contaminantes en reservas de agua potable en varios sitios donde opera, así como prácticamente cero estrategias de rescate ecológico y apoyo a las comunidades locales.

Por su lado, la firma estadounidense Mexico Energy Intelligence (MEI) ha dicho que Pemex carece de personal técnico y ejecutivo con experiencia suficiente en regulaciones de seguridad, empleo y medio ambiente de Estados Unidos. En este sentido, incluso recomendó a las autoridades posponer la venta hasta que la paraestatal haya demostrado contratar a personal capaz.

A eso se deben sumar preocupaciones en materia de seguridad nacional. Representantes de la Cámara baja del Congreso estadounidense y expertos del sector han señalado que la venta de Deer Park a Pemex significaría poner infraestructura norteamericana, con efectos inmediatos en la zona, en manos de autoridades mexicanas. Lo anterior, apuntan estos agentes, podría constituir un conflicto de seguridad nacional, que a su vez podría estar detrás de los retrasos del CFIUS.

También hay que considerar que, tanto en seguridad nacional como en protección ambiental, Pemex técnicamente no tendría que responder directamente a las autoridades de Estados Unidos por ningún problema en las instalaciones de Deer Park. Según MEI, la refinería sería propiedad directa de las subsidiarias norteamericana PMI SUS y PMI NASA, ésta última a su vez propiedad de HHS y HPE, la subsidiaria holandesa y española de Pemex. Es decir, hay hasta tres capas de responsabilidad legal entre el gobierno de Estados Unidos y Pemex en caso de cualquier conflicto.

Para Paul Sánchez, profesor de la Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey (ITESM), probablemente ninguno de estos temas son tan relevantes como para echar abajo el trato en Deer Park. En la parte ambiental, señala que Pemex “deberá operar bajo los estándares de Estados Unidos. No es lo mismo trabajar en México, donde a veces doblamos las reglas para acomodar a Pemex, [que en Estados Unidos]. Sí sería la primera vez que México tendrá que enfrentar una regulación diferente en producción de refinados. Pero tampoco es como que Texas sea el estado con mayores regulaciones en medio ambiente para el tema de hidrocarburos”.

Y en lo que se refiere al esquema de propiedad  (y responsabilidad legal) sobre Deer Park, aunque el académico del ITESM acepta que hay algunos riesgos de operación para Estados Unidos, no es algo que pudiera tirar la negociación. “Sí hay un riesgo, pero nada que ponga en peligro la soberanía nacional ni nada por el estilo […]. No creo que sea algo que le quite el sueño a los Estados Unidos, porque tienen estándares y regulación […]. Y tampoco es como que la refinería sea tan estratégica como para que, si se sale de control, les preocupe mucho”.

Incluso si estos temas de seguridad nacional y medioambiental terminan siendo cruciales para la venta de Deer Park, Rosanety Barrios señala que imaginarse exactamente cuál de estos asuntos está en la lista de prioridades de investigación del CFIUS sería especulación. La única posible excepción a esta regla sería la cuestión financiera.

Nuevos “costos escondidos” para Deer Park

Recientemente se dio a conocer que Pemex ya solicitó una capitalización del Fondo Nacional de Infraestructura, así como préstamos a bancos comerciales, para llevar a cabo la compra de los activos que aún no posee de Deer Park. El monto de los recursos solicitados es de unos 1,600 millones de dólares (MD), más del doble de los casi 600 MD que originalmente se anunció que costaría esta operación.

Estos mil millones de dólares adicionales corresponden a la deuda que arrastra la refinería estadounidense, un asunto que se planteó desde junio pasado entre los miembros de la oposición en el Congreso de la Unión. Entonces, esta fracción de legisladores pidió a Morena, el partido en el poder, transparentar el proceso de compra de Deer Park. Precisamente los legisladores pedían mayor claridad en el uso de los recursos de Pemex por los pasivos que enfrenta la refinería.

Rosanety Barrios advierte que la noticia de que la paraestatal pagará esta deuda antes de asumir operaciones no es algo fuera de lo común. Por el contrario, señala que el pre-pago de los deberes financieros es relativamente normal en operaciones de este tipo. El problema recae en lo que la exigencia del pre-pago de deuda significa para Pemex.

“Shell se va, y no solo de la composición accionaria sino de la operación. Y para los mercados financieros, eso cambia el riesgo de la deuda. Están diciendo ‘así ya no te presto, primero me pagas’. Esto para mí es contundente: Tan cambia el riesgo con la salida de Shell, que el sector financiero exige el pago de la deuda”, dice la experta en el sector energético.

Este riesgo financiero se hace aún más complicado con el anuncio que hizo la misma Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) cuando confirmó que inyectará 3,500 MD a Pemex para poder lidiar con bonos y pasivos fechados a partir de 2024.

Y según Rosanety Barrios, ésta no es la cifra más grande que Hacienda le ha ofrecido a Pemex. El comunicado señala que “no contempla refinanciar los vencimientos de 2022 y 2023, dado el compromiso por parte de la SHCP para asegurar el presupuesto de apoyo a Pemex con las aportaciones patrimoniales necesarias para cubrirlas”.

Aquí, la especialista dice que “los vencimientos 2022 y 2023, según el reporte de Pemex, suman 16,500 MD […]. Y durante 2021, Pemex dijo que no podría pre-pagar su deuda, que la pagaría Hacienda […], lo que implica 6,500 MD. [En conjunto, estas tres cifras suman] 26,500 MD para el prepago de la deuda de Pemex. Es el 20% de todo lo que debe. Es un rescate”.

Pero incluso con este apoyo irrestricto del gobierno, dice, los mercados financieros siguen adoptando una posición de liquidar primero la deuda de Deer Park antes que Pemex pueda asumir por completo su control. Lo anterior, afirma Rosanety, indica un riesgo financiero de tal magnitud que necesariamente debe figurar en la evaluación de Estados Unidos sobre aprobar o no la operación.

Además, cabe destacar que estos no son los únicos costos “escondidos” que podría tener Pemex en su plan de aprovechamiento de Deer Park a futuro. En septiembre se advertía que la infraestructura de la refinería no está lista para el envío constante de petrolíferos refinados a México. Aunque sería posible desarrollar esas capacidades, requeriría una inversión adicional de la que realmente no se ha hablado.

Pero al final, insiste Paul Sánchez, ni siquiera se prevé que estos elementos financieros tengan un impacto en el trato de Pemex para adquirir Deer Park. “Si sigue de la manera que se está llevando, el trato va a cerrar y no va a pasar nada […]. Pero el tema de fondo es si ésta es una movida estratégica para los recursos del estado. Y ahí pues quién sabe […]. ¿Va a ser rentable? No lo sabemos. Las filiales son cajas negras. Nadie sabe lo que pasa adentro”.

Y si todo sigue el curso que ha llevado hasta ahora, advierte Paul Sánchez, en unos 10 años Deer Park podría tener un aspecto muy similar a otras refinerías en México hoy en día: “Una Infraestructura envejecida, […] que no tiene utilidades, o que no sabemos qué pasa con ellas. Esto tendría un efecto en la cantidad de ingresos que van al mantenimiento de la operación y la reinversión, y por lo tanto […] está generando pérdidas", dice Sánchez.

"Y pasará lo de siempre: Llegará un nuevo gobierno a Deer Park y entonces será solo una bonita historia más que contar”, finaliza el académico del TEC.

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