¿Qué hay detrás de los nombramientos en CFE y Pemex?

Ninguna de las modificaciones legales y regulatorias que se han planteado a la estructura organizacional de estas empresas, se han enfocado realmente en resolver la politización de sus liderazgos
7 Agosto, 2018

El punto fino en la dinámica de AMLO para designar a los Directores Generales tanto de CFE como de Pemex es que no resuelve el problema más grave que aqueja a las empresas de Estado: “la politización de sus estructuras de liderazgo”.

No es una problemática que surge en este momento, de hecho, AMLO la hereda pues esta práctica ha estado presente desde la fundación de estas organizaciones en el siglo pasado. Tampoco es un problema exclusivo de México pues se ha manifestado de alguna forma en todas las empresas de propiedad estatal sin importar en qué lugar del planeta se encuentran: Asia, Europa, América, África, Oceanía.

Lo que sí es exclusivo de nuestro país, comparado con otras economías relevantes, es el muy particular y celoso esmero por mantener este vestigio organizacional por los siglos de los siglos.

La reforma energética solucionó temas fundamentales y estructurales que el sector energético venía arrastrando con un rezago de por lo menos veinte años, sin embargo, este tema en lo particular fue pasado totalmente por alto en el resultado final del modelo regulatorio.

 

Lo que sí es exclusivo de nuestro país, comparado con otras economías relevantes, es el muy particular y celoso esmero por mantener este vestigio organizacional por los siglos de los siglos

 

 

Es más, ninguna de las modificaciones legales y regulatorias que se han planteado a la estructura organizacional de estas empresas, desde su creación, se han enfocado realmente en resolverlo. Quizás la idea de perder control político ha sido históricamente contra-natura al sistema político mexicano.

¿Qué características e implicaciones tiene la politización de nuestras empresas energéticas?

1.- La mecánica de designación de sus directores es la de siempre: Se elige a alguien cercano o miembro directo del grupo político que ostenta el poder en ese momento, es irrelevante que cuente con la calificación técnica, se integra directamente al gabinete presidencial y la oportunidad profesional se convierte en un tramo más de su carrera política. Ni energética, ni petrolera, ni eléctrica, más bien, política.

2.- Las decisiones estratégicas no parten de un proceso de reflexión interna que se nutre de la riqueza del conocimiento y experiencia que caracterizan a estas organizaciones, más bien, parten de la presidencia, una secretaría o del presidente mismo. Obviamente, la rentabilidad política se impone 10 a 1 sobre la rentabilidad financiera. Cada administración presidencial propondrá sus proyectos prioritarios al margen de la empresa misma: así en una administración será prioridad construir una refinería en Hidalgo, en otra los lugares idóneos serán Tabasco o Veracruz, en la que sigue será un error invertir en refinación y habrá que atender únicamente la exploración y producción de hidrocarburos, en otra lo más conveniente será construir plantas eléctricas de ciclo combinado a base de gas natural y en la que sigue la respuesta estará en la hidroelectricidad, etc…

3.- Resulta imposible plantear “planes de carrera” para su personal: la curva de aprendizaje para los profesionistas de estas industrias es tan larga y de tal complejidad técnica que formar a su propio personal tanto operativo como ejecutivo es una necesidad estratégica, toma décadas y es muy costoso. Un joven que ingresa no podrá contar con un plan de carrera de largo plazo cierto, pues sabe de inicio que jamás será Director General y difícilmente ingresará a la línea ejecutiva como Director o Subdirector dado que el mérito y las capacidades técnicas serán casi irrelevantes frente a la fuerza gravitacional de la cercanía al poder político.

4.- El “borrón y cuenta nueva” es quizás el fenómeno que acaba de aniquilar la funcionalidad y desempeño de estas empresas. Cada cambio de gobierno e incluso cada cambio de Dirección General conlleva una limpia a fondo de la línea ejecutiva y una sustitución casi total de su personal directivo por miembros cercanos, ahora, del nuevo grupo político. La masa crítica estratégica es borrada y cambiada una y otra vez. Por ello, es común escuchar en sus pasillos que estas organizaciones prácticamente descansan en los hombros de la línea gerencial y operativa. Lo cual es una realidad.

 

Reunión de funcionarios de Pemex y sindicato para la revisión salarial, junio 2018

 

¿Cuántos errores se han cometido? ¿Cuántos proyectos han quedado truncos? ¿Cuánto tiempo se ha perdido en leer una y otra vez los manuales de vuelo sobre las rodillas? ¿Cuántos líderes potenciales formados dentro de las mismas empresas hemos perdido en aras del juego y los intereses políticos? ¿En dónde estarían nuestras empresas de haber resuelto esto antes? No lo sabemos con precisión, pero podemos estar seguros de que mucho, muchos y en mucho mejor posición.

¡Que gran mérito de CFE y Pemex que a pesar de esto han salido adelante!

 

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¿Qué tan importante es consolidar una masa crítica estratégica propia que tome decisiones al margen del contexto político?

Solamente por citar un ejemplo de brutal actualidad, General Electric, empresa fundada por Thomas Alva Edison, que prácticamente inicia la industria eléctrica a finales del siglo XIX, ha perdido más de la mitad de su valor en el último año. Es reconocida como paradigma mundial de innovación y desarrollo tecnológico, pionera de la gestión del conocimiento empresarial y con un equipo ejecutivo estratégico de alto rendimiento y de talla internacional.

Sin embargo, su flamante círculo ejecutivo-estratégico no pudo prever la velocidad y penetración de las nuevas condiciones que la energía renovable ha impuesto al mercado energético. De esa magnitud es la velocidad y el reto estratégico que enfrentan los capitanes de estas industrias.

Mantener el control político total sin contrapesos sobre las empresas nacionales las debilita, las está destruyendo y no cumple con las expectativas de un gobierno disruptivo y liberal, más bien atiende a la lógica de un sistema conservador que mantiene las mismas formas de siempre.

El gran pendiente de la reforma energética son precisamente CFE y Pemex. Necesitan una renovación urgente de su dinámica interna empezando por la despolitización de sus estructuras de liderazgo. Técnicamente es posible conciliar empresas estatales fortalecidas y mercados energéticos funcionales. AMLO tiene la gran oportunidad de plantear al mundo un modelo exitoso de economía energética mixta sin precedentes.

El éxito del nuevo gobierno estará en la calibración milimétrica entre los símbolos y la praxis. No habrá forma de imaginar siquiera crecer al 4%, como lo ha planteado el equipo económico de transición, sin que ambos músculos energéticos, el mercado y las empresas productivas de Estado, funcionen a un potencial de nivel olímpico. De que se puede se puede, únicamente se necesita la voluntad política y el soporte técnico adecuado para implementarlo. México lo merece.

 

Twitter: @SeveroLMestre

 

Severo López Mestre Severo López Mestre Experto en políticas y regulación energéticas con más de 17 años de experiencia en el sector energético mexicano. Es miembro fundador de Sustentabilidad para México A.C. que representa el World Green Building Council y es la organización más influyente para promover la construcción sustentable en México.