La marcha de la oposición

El fracaso gubernamental en una sociedad polarizada, y con uno de los polos tratado con desdén desde el poder, podría abrir el paso a la marcha de la peor oposición de derecha.
8 Mayo, 2019

La crítica a la oposición por parte de muchos de quienes simpatizan con el presente gobierno tiene una inconsistencia reveladora.

Si los opositores son débiles y risibles, hay demasiada tinta derramada para lo que en el fondo no es una amenaza. Si, en cambio, se ciernen como un peligro, aprovechando con astucia los flancos débiles de la presente administración, no parece haber un gran esfuerzo en señalar los posibles puntos de entrada del adversario para cerrarle el paso.

Paradójicamente, hay cierto gozo en señalar los tropiezos opositores, en vez de la sensata precaución de corregir las acciones propias que podrían darles la fortaleza que hoy no pueden darse por sí mismos. No tomar en serio la marcha de la oposición es un síntoma de no tomarse en serio a uno mismo.

La oposición a las acciones de gobierno lopezobradoristas que marchó el domingo pasado por el Paseo de la Reforma está lejos de agotar el potencial de inconformidad que un gobierno puede acumular. Es apenas una semilla de lo que puede surgir en el futuro, y esta oposición no se va a fortalecer de forma significativa mejorando sus consignas o aguzando su ingenio, sino capitalizando los descuidos y errores del oficialismo en turno.

La marcha de la oposición se fortalece con el magro crecimiento del PIB (0.2% anual) en el primer trimestre del año, el más bajo en los últimos diez años, y sus secuelas de baja expansión en el empleo; también lo hace con las caídas o subejercicio del gasto social en el mismo periodo (12.2% de la Secretaría de Salud y 30% de la de Educación), que se traduce en el deterioro de los servicios públicos en las zonas marginadas, como no contar con personal médico  o en no tener a tiempo los libros de texto gratuitos.

 

La oposición a las acciones de gobierno lopezobradoristas que marchó el domingo pasado por el Paseo de la Reforma está lejos de agotar el potencial de inconformidad que un gobierno puede acumular

 

Las desordenadas transiciones de los programas PROSPERA a las Becas Benito Juárez, y de las estancias infantiles a las transferencias monetarias directas a los padres, van dejando un caldo de cultivo propicio para la oposición. Lo mismo las indecisiones en la construcción de un sistema de salud y en la defensa de la rectoría del estado en materia educativa. Esto se potencia con la caída en la inversión pública registrada para principios del presente año, que compromete el crecimiento futuro, y con la dudosa rentabilidad de los proyectos gubernamentales insignia, como la refinería de Dos Bocas o el Tren Maya.

Podría abundarse en los ejemplos de medidas gubernamentales que han dejado damnificados listos para coquetear con la protesta y la búsqueda de alternativas a AMLO, pero lo que realmente alimentaría oposición sería la falta de resultados en bienestar contrastada con el tamaño de las promesas y las expectativas creadas.

No es inevitable, pero tampoco descabellado, imaginar con las tendencias actuales un repunte en la inseguridad, una caída en los salarios y el empleo, y una elevación de la desigualdad y la pobreza al término de este gobierno, por factores que pueden estar o no asociados a las decisiones tomadas por él, pero que sin duda se le endosarán.

Tampoco es fatídica una mala administración de expectativas ni una pobre gestión de políticas públicas, pero el esquizofrénico Plan Nacional de Desarrollo exhibe inconsistencias que no son alentadoras.

El problema, más allá de la natural disputa por el poder y la alternancia de partidos, es que la distracción y los errores gubernamentales pueden fortalecer una oposición como la que selectivamente se magnifica: intolerante, clasista, llena de bilis.

El fracaso gubernamental en una sociedad polarizada, y con uno de los polos tratado con desdén desde el poder, podría abrir el paso a la marcha de la peor oposición de derecha. A los Bolsonaros se les abre la puerta del gobierno desde adentro.

 

@equidistar

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.