De 'Hecho en México' a 'Innovado-desarrollado en México'

8 Febrero, 2017

En este espacio hace quince días publiqué el escrito titulado ¿Y ahora qué?

Ahí hice referencia a que varios de los países de ingreso medio para los 1980-1990s aprovecharon la apertura comercial para primero absorber tecnología y después desarrollar la propia. Señalé que México no lo había realizado al potencial requerido.

En general se puede decir que nuestro país adquirió gran importancia para ensamblar productos que requerían tecnología altamente sofisticada, colocarles el sello de “hecho en México” y exportarlos a los EEUU. No se niegan casos donde todo el proceso se lleva a cabo en nuestro país, pero no es la norma.

Sin embargo, las tasas de crecimiento económico han permanecido en niveles muy bajos con respecto al potencial de la economía. De acuerdo a estimaciones realizadas por este y otros autores, así como del propio INEGI, la contribución al crecimiento del PIB la explica en orden de importancia el capital humano y el capital físico. Por su parte la productividad [total] de los factores ha sido negativa en el agregado durante los últimos 30 años. Es decir, nuestra economía en el agregado no solo no crea sino destruye valor.

Existe un debate para explicar este fenómeno, y se sabe que son un buen número de factores que se conjuntan para que nuestra economía sea tan poco productiva. No obstante uno de ellos es el de innovación.  Esta puede tomar distintas formas, desde creación de nuevos productos, nuevas formas de uso de productos existentes, nuevos diseños, nuevos y más eficientes procesos para producir productos existentes, nuevas maneras de organizar el negocio así como nuevas maneras de empaquetar y mercadear el producto o servicio.

La pregunta que emerge es ¿puede México transitar de una línea de ensamblaje para los EEUU a una nación innovadora? Se parte de que esto sería una estrategia de largo plazo, pero que dadas las condiciones actuales, habría que empezar (desafortunadamente el ciclo político muchas veces impide el diseño de estrategias de más largo aliento).  

Un lugar común en México es comenzar la discusión haciendo referencia al papel del gasto para el desarrollo científico. Tan es así que nuestro Programa de Ciencia y Tecnología 2014-18 coloca como principal estrategia llegar al 1% del PIB en gasto en C&T[1]. En efecto, se ha observado una relación positiva entre el gasto y la innovación, medida ésta como número de patentes o por medio de la construcción de distintos índices que capturan desarrollo científico y tecnológico.  Permítaseme ilustrar esta relación sólo para México (aunque las relaciones normalmente se encuentran incluyendo a un buen número de países).

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La gráfica 1 muestra la relación entre el número de patentes y el gasto en investigación y desarrollo para México. Nótese que un eje representa el primer elemento, mientras que el eje secundario el segundo elemento. Claramente la relación es positiva. Por ello, es común recomendar que se eleve el gasto en Investigación y Desarrollo (I&D) y con ello vendrá la innovación.

Gráfica 1

Sin embargo, esta correlación puede ser espuria, es decir, puede no reflejar una causalidad en ambos sentidos. Para explicar este fenómeno utilizaremos comparativos internacionales, en particular, emplearemos a los países BRIC (Brasil, China, India y Rusia) y a EEUU. Comencemos considerando la gráfica #2 de la evolución del número de patentes en el tiempo para estos países, incluyendo el nuestro.

Para 1999 China se ubicaba con el mismo número que México. Para 2015 el país asiático rebasó a los EEUU. México se quedó en último lugar entre estos países BRIC y EEUU.

 

Gráfica 2

 

Esto se aprecia mejor si comparamos las patentes con respecto a los EEUU para obtener una brecha de patentes con respecto a ese país. La gráfica 3 muestra solo a Brasil, México y China. Mientras la China desaparece (es decir hoy innova al ritmo de los EEUU), la de México y Brasil aumenta. Esto es, nos separamos más de los EEUU en nivel de innovación en el tiempo.

Gráfica 3

¿Esto sugeriría que tendríamos que gastar más para revertir la tendencia y alcanzar así a los EEUU algún día? La respuesta es NO necesariamente. Para argumentar esto considere el indicador de cuántas patentes se obtienen por punto porcentual del PIB gastado en I&D[2]. Esto mide la eficiencia en el gasto en I&D.

Si el gasto en I&D fuera siempre usado de manera eficiente, todos los países debieran alcanzar el mismo nivel indicador. Un número bajo significaría ineficiencia en el uso de los recursos que actualmente se gastan. La gráfica #4 muestra el indicador para los países seleccionados. Observe que EEUU es el más eficiente en utilizar el gasto en I&D (para 2014 alcanzó 93,000 patentes por punto de PIB gastado en C&T). Pero observe China que para 1996 obtenía poco más de 2,500 patentes, alcanzó 86,000 para 2014, ligeramente debajo de los EEUU.

Gráfica 4

Tristemente México inicia mal y continúa un poco menos mal, a pesar del incremento del gasto en I&D. Para 1996 patentaba 800 unidades por punto porcentual del PIB mientras que alcanza 1400 para 2014, muy por debajo de EEUU (i.e. México es 66 veces más ineficiente que éste), China (i.e. México es 61 veces más ineficiente que éste) y Rusia (i.e. México 15 veces más ineficiente que éste).

En suma, este análisis sugiere que la estrategia no es gastar más dinero (como lo sugiere el actual Programa de Ciencia y Tecnología 2014-2018), sino comenzar a gastar mejor lo poco que se gasta. Para ello, México necesita un rediseño radical en la política en innovación y desarrollo para poder transitar así de un “hecho en México” a un “Innovado y desarrollado en México”, al menos medianamente[3]. La concatenación con una discreta pero efectiva política industrial es necesaria. China lo logró, y aunque nuestras situaciones difieren de manera importante, si hay lecciones que extraer[4].

 

[1] Dicho sea de paso que este programa confunde instrumento con estrategia. En el Programa se pone como estrategia principal para desarrollar el sector “alcanzar el 1% del PIB en gasto público en el renglón”. Debe recordarse que el gasto público es tan solo un instrumento para alcanzar un objetivo y que para alcanzar éste se utilizan ciertas estrategias, las que en turno se valen de instrumentos para lograr el fin último. Gastar dinero es un instrumento y nunca una estrategia.

[2] Este se obtiene dividiendo el número de patentes entre el porcentaje de gasto en I&D con respecto al PIB.

[3] Para un instrumento ver Hernández, Fausto (2017) “Universidades de Clase Mundial: Reflexiones para México”. Mimeo, CIDE.

[4] Ver Wei S.J, Xie Z y X. Zhang (2017). From “Made in China” to “Innovated in China”. Journal of Economic Perspectives. Winter.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".