Salario mínimo y la política económica por decreto

Tan demagógica es la propuesta, que cuenta con el aval de Gustavo Madero, el alicaído líder del PAN.
15 Agosto, 2014
Recursos Públicos

En 1975, cuando estaba en sexto de primaria, el paletero que se ponía a la salida de la escuela nos presumía que él ganaba alrededor de 70 pesos diarios, “poco más del mínimo y sin patrón”, añadía. Efectivamente, el salario mínimo en 1975 era de 63.40 pesos diarios.

Con la conversión a los nuevos pesos y con la inflación de cuatro décadas, podemos afirmar que ese salario de 1975 tenía un mayor poder adquisitivo que los 67.29 pesos diarios que actualmente constituyen el salario mínimo del Distrito Federal. Es indudable el rezago que existe en esta materia.

Para combatir dicho atraso, el jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, propone elevar el salario mínimo a 80 pesos a partir del 2015. Considera el jefe capitalino que, contrario a lo que sostiene la Secretaría de Hacienda, este incremento elevaría la productividad.

Sin un dato sólido que lo apoye, el Dr. Mancera lo explicó así: “Lo que se ha demostrado es que cuando tú aumentas el salario mínimo también aumenta la productividad” es decir, “el salario mínimo te jala la productividad” y para sostenerlo “nos basamos en las experiencias internacionales, todos los países que lo han implementado lo han hecho con esa base”.

Sería interesante conocer cuáles son “todos esos países” y cómo es que se dio ese efecto entre aumento del salario mínimo y aumento de la productividad, cuando hasta el viejo paletero del Colegio Avante entendería que el proceso es el contrario, es decir, que sólo el crecimiento de la economía puede elevar los salarios.

Ahora bien, si la tesis del Dr. Mancera fuera cierta y existiera evidencia a nivel internacional que comprobara su dicho, la pregunta entonces es, por qué no elevar el salario mínimo a 90 pesos, o si queremos ser más productivos, a 100 pesos diarios, o ya entrados en gastos, ponerlo a 9 dólares la hora como en California.

1975 marcaba la mitad de una década en la que los precios oficiales, los subsidios, los aranceles proteccionistas y las exenciones fiscales deformaban a la economía nacional. Era la época en que se acuñaba la frase de que “la economía se maneja desde Los Pinos”. Era la época en que las paletas dejarían de costar un peso, y eso lo sabía perfectamente Don Miguel Angel, pues contaba con nueve años de edad.

La política económica por decreto hizo perder muchos años a nuestro país y sólo provocó mayor pobreza, endeudamiento, desempleo, devaluaciones, inflación y, por lo tanto, pérdida del poder adquisitivo. La gran perdedora fue la clase trabajadora. Y de eso, sí existe evidencia abrumadora.

Dada la obviedad de lo hasta aquí relatado, vale cuestionarse porqué un político que -como el Jefe de Gobierno- no se cataloga en la opinión pública como un demagogo, pueda realizar este tipo de propuestas sin poner en mayor riesgo su -ya de por sí- decreciente popularidad.

Tan demagógica es su propuesta, que cuenta con el aval de Gustavo Madero, el alicaído líder del PAN. La oposición no puede caer en la irresponsabilidad de manejar los atractivos -pero vacuos- discursos que quebraron al país cuando yo estaba en primero de secundaria.

@erevillamx

Eduardo Revilla Eduardo Revilla Abogado por la Escuela Libre de Derecho. Socio de Revilla y Álvarez Alcalá, S.C. Fue Director General de Asuntos Fiscales Internacionales de la SHCP y representó a la dependencia en foros y organismos internacionales. Actualmente es profesor de Derecho Fiscal en el ITAM. Es miembro de la International Fiscal Association.