El laboratorio del Estado de México

Las elecciones en el Estado de México son un factor de consideración para el próximo presidente de México: para el PRI representa un valor real/simbólico
13 Febrero, 2017

Existe una razón fundamental para fijar la vista en las elecciones próximas del Estado de México. Todos la conocen: su influencia en el posicionamiento de los partidos hacia 2018 parece definitoria.

Por un lado se trata de alrededor de 11 millones de electores en el padrón lo cual supone un empujón a los partidos que cosechen los primeros lugares de voto. Por otro lado, la colindancia con buena parte de la Ciudad de México hace de esa elección una influencia indiscutible en la zona más poblada del país que es el valle central en que se acientan el área conurbada del mencionado estado y la capital del país.

A ello hay que añadir que el PRI nunca ha perdido una elección en esa entidad y que, por tanto, el valor real/simbólico del Estado de México es, para este partido, esencial. Aunque todo ello no garantiza ganar la presidencia en 2018 pero si implica un factor de consideración para cualquier fuerza política. 

En marzo será el registro de candidatos, pero el 23 de enero ya fue el registro de alianzas. Como en la elección anterior, ampliamente ganada por Eruviel Ávila del PRI, la oposición panista y perredista se dividió. Ni siquiera sumando el voto de esos dos partidos le ganaban al PRI en aquella ocasión: juntos sumaban alrededor de 50 puntos frente a 61 de Eruviel.

Algo relativamente distinto se observó en 2005: Peña Nieto ganó con 47 a una distancia de 23 puntos ya sea del candidato Bravo Mena del PAN o Encinas del PRD. Ello atestigua que en la elección en que triunfó Eruviel en 2011 el poderío del aparato del PRI fue aplastante dando un resultado de  hegemonía del tricolor.

Ello sin duda es fuente de confianza del PRI actual y del propio presidente Peña Nieto cuyo candidato es Alfredo del Mazo, su primo. El PAN no ve la suya para poder colocar a Josefina Vázquez Mota de candidata frente al virtual veto del líder local blanquiazul, Ulises Ramirez. 

Una de las preguntas clave es qué tanto podría fragmentarse el voto en la elección de gobernador del Estado de México en 2017. Y ello es patente si se considera que en 2005 y 2011 no existía una fuerza importante a tomar en consideración que es Morena, hoy con su candidata Delfina Gómez.

Pero analicemos el numero efectivo de candidatos en las elecciones pasadas -medido por el Índice Laakso Taagepera del numero efectivo de partidos/candidatos en una elección o sistema.

En 2005, la elección de gobernador expresó un número efectivo de candidatos de 3.11 mientras que el mismo índice para 2011 fue de tan sólo 2.34, expresando un poderío inconstestable del PRI.

En esta ocasión, la de 2017, la oposición no se une y la izquierda se fragmenta dando lugar a una elección con un mayor número de candidaturas que  podrían llegar a cuatro o cinco.

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En ello, no difiere mucho de una elección fragmentada en 2018 si es que se cumple la expectativa de cuatro/cinco candidatos de relativa importancia.

La pregunta, de nuevo, es qué hará el electorado, quien puede concentrar su voto en alternativas que considere competitivas, es decir, muestra del llamado voto útil, ése que en verdad da y quita.

Y no debe olvidarse que el número efectivo de candidatos en la elección presidencial de 2006 fue de 3.29 y en la de 2012, 3.21 aproximadamente. Se ha tratado de elecciones muy diferentes en su nivel de competitividad donde sin embargo el número efectivo de candidatos(as) no varió prácticamente como se puede ver.

Eso quiere decir que el electorado del gran mosaico nacional en ese entonces supo discriminar para no “desperdiciar” su voto con una opción claramente perdedora.

Al presentarse cuartos y quintos candidatos, ¿será igual de discriminante la ciudadanía? ¿Se dejará atraer por candidatos que disputan el tercero y cuarto lugar? ¿Cuál es la verdadera perspectiva de un(a) independiente y qué tanto puede alterar la correlación de fuerzas?

Parte de la respuesta ya la tenemos. La alternativa de Morena no pasará de largo en la intención de un buen número de electores, aunque no gane. Ello va a ocurrir en el Estado de México con la candidata de Morena quien seguramente le quitará algunos votos al PRD et.al. y porqué no, a otros partidos. Cabe preguntar si ello, indefectiblemente, al PRI. 

El contexto en el que compite el PRI por esta elección difícilmente puede ser más desfavorable y sin embargo, no se ve con claridad cómo oponerse exitosamente a la gran maquinaria mexiquense del tricolor.    

@cjonestamayo

Claudio Jones Claudio Jones Politólogo del ITAM, maestro y candidato al doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de Columbia. Experto en procesos electorales y en el sindicalismo moderno. Co-autor de diversos libros en el CIDAC.