¿Y qué culpa tiene México?

El Estado mexicano lleva más de un año viendo cómo se estaba gestando este éxodo migrante y en lugar de preparar un plan de acogida se ciñó a su plan de contención y deportación.
24 Octubre, 2018
La Policía Federal rocía con gases lacrimógenos a la caravana migrante al entrar a México (Twitter: @PdPagina)
La Policía Federal rocía con gases lacrimógenos a la caravana migrante al entrar a México (Twitter: @PdPagina)
Futuro Pasado

La caravana, como la migración misma, se transformó con el tiempo.

Desde el viernes en la mañana que se anunciaba la inminente llegada a territorio mexicano hemos visto de todo: la dureza de la policía y agentes migratorios mexicanos con gases lacrimógenos, gente que se desvanecía con el calor y la por fin triunfante entrada. Pero también vimos unos cuantos cientos que decidieron quedarse en el puente a esperar y confiar en el INM para que se les concediera el refugio en México, y la falta de asistencia humanitaria por parte del Estado mexicano.

Hubo un tercer grupo de aquellos que decidieron regresar a Honduras en los camiones que proveyó Guatemala y los que continúan regresando, ellos o a sus hijos, al ver que el camino es mucho más cansado y peligroso de lo que en un principio pensaron (y no es para menos, han caminado ya cientos de kilómetros, muchos de ellos desde San Pedro Sula, Honduras).

En medio de este torrente de cambios, de cansancio, de personas que abandonaron la misión con la que en un principio empezaron con entusiasmo, hay otros cientos que fueron surgiendo y uniéndose conforme iban avanzando de Ciudad Hidalgo a Tapachula, hubo rumores como un teléfono descompuesto de a quién es a quien hay que culpar por estos miles que salen de sus países.

Trump es uno de los que resaltó en esta maraña de desinformación: además de su discurso de odio hacia los indeseables centroamericanos, su nueva ocurrencia fue “argumentar” que vienen personas de Medio Oriente coladas en la caravana. También días antes expresó su desaprobación porque tanto México como los países centroamericanos involucrados no lograron detener a los miles de personas que salieron buscando una vida digna.

Con esto, la responsabilidad que cada Estado tiene en la situación actual, pasó a ser un tema importante. No es obligación, como exige Trump, de El Salvador, Guatemala, Honduras o México, de detener a la gente para evitar que lleguen a Estados Unidos sólo porque a él no le conviene en su ideal de supremacía blanca. Lo que sí es cierto, es que todos los países involucrados tienen responsabilidad: de brindar educación, salud, una vida digna, seguridad a sus ciudadanos. Sin embargo, aunque esto se cumpliera, la migración siempre va a existir.

Ese no es el caso de los países del triángulo norte de Centroamérica; sus gobiernos no han logrado proveer lo básico para que sus ciudadanos puedan tener una vida digna. Mientras la situación sea crítica, seguirán saliendo como avalancha. En muchos casos han intentado todo, incluso la migración interna, sin resultado alguno, y la única opción que les queda es salir huyendo de su país.

La migración clandestina, o mejor conocida como irregular, se agrava por los duros controles migratorios que imponen los Estados de destino y/o tránsito, y que los obliga a volverse invisibles.

 

Y, ¿qué culpa tiene México en medio de la crisis humanitaria que representa la caravana migrante?

1. Más de una vez el Estado ha fungido como muro entre Centroamérica y Estados Unidos.

Ejemplos de esto en el pasado reciente son la implementación del programa frontera sur y la iniciativa Mérida que, aunque el primero –en teoría—buscaba proteger los derechos humanos de los migrantes, y el segundo se enfoca en el narcotráfico, ambos cumplen de cierta manera el mismo fin: detener y deportar en aras de la seguridad nacional.  

2. Se dedicó a la contención y deportación, y no a la preparación de un plan de acogida.

Desde hace más de un año las solicitudes de refugio han aumentado considerablemente, no fue repentino con la caravana, esto sólo es la gota que derramó el vaso de un éxodo que se venía gestando desde antes y el gobierno decidió hacer oídos sordos.

3. En estos días las autoridades migratorias que prometen salvaguardar los derechos humanos de las personas no han velado por ellos, apenas unos cuantos elementos de los Grupos Beta han atendido a los migrantes.

En la feria mesoamericana en Tapachula instalaron un “albergue” para quienes estén solicitando refugio, sin embargo, no se les ha permitido salir ni comunicarse con el exterior. Tampoco permiten la entrada a nadie, ni siquiera a los familiares que decidieron no entrar. Muchos migrantes decidieron quedarse en las calles por estas prácticas de dudosas intenciones por parte del INM. Los que se quedaron varados en el puente para cruzar a México esperando respuesta no habían recibido ayuda humanitaria, únicamente se instalaron baños móviles. 

Se calcula que al año entran 400 mil migrantes al país, e incluso este número podría elevarse al doble. Con la caravana entró poco menos que el 2% y ha causado revuelo a nivel internacional. ¿La diferencia? Esta vez ya no son invisibles, entraron todos juntos como una fuerza imparable que, a pesar de las dificultades y el cansancio, sigue avanzando.

Es un movimiento sin precedente, haya sido convocado por facciones en Estados Unidos con motivo de las elecciones de noviembre o no, lo cierto es que todo el mundo los está volteando a ver como nunca antes, y están a la expectativa de lo que vaya a suceder.

 

El otro México…

Decenas de mexicanos han volcado sus corazones para ayudar a los migrantes en su paso por el país, ya sea brindando transporte, comida o agua, vemos que no todo es odio y que aún queda gente solidaria dispuesta a ayudar a los demás en tiempos de necesidad. Circuló en redes que apenas el año pasado un grupo de migrantes centroamericanos formaron parte de las cuadrillas que ayudaron a levantar México tras el terremoto del 19S. Este es un pequeño gesto de agradecimiento y una muestra de que sí, hay humanidad en nosotros, somos latinos y somos hermanos.

Itzel García Itzel García Historiadora por la Ibero Ciudad de México y Latinoamericanista por la University of California San Diego. Investigadora en temas migratorios, de género, educación y políticas públicas. Docente desde 2016 y traductora freelance desde hace 6 años. Comprometida con la defensa de los derechos humanos de los migrantes y refugiados en México.