El neoliberalismo y su prospectiva

“Neoliberalism and its prospects” fue escrito por Milton Friedman en 1951. Lo tomaré para comentar cuándo se empezó a utilizar el término “neoliberalismo”, quiénes lo utilizaron y esbozar las ideas clave.
30 Marzo, 2019
Milton Friedman ('Milton Friedman on freedom', Amazon)
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“Neoliberalism and its prospects” es un texto escrito por Milton Friedman en 1951.

Aquí lo tomaré para comentar cuándo se empezó a utilizar el término “neoliberalismo”, quiénes lo utilizaron y esbozar las ideas clave. Me motivaron algunas discusiones que he tenido al respecto con colegas, estudiantes y amigos.

No ajeno a ello está el uso repetido (ad nauseam) del término en la discusión pública actual. En algunos casos, “neoliberalismo” se ha confundido erróneamente con la economía neoclásica; los más trasnochados llaman así inclusive a cualquier texto que incluya métodos de la economía contemporánea; vaya rucios.

Explicar adecuadamente la evolución de estas ideas tomaría una biblioteca completa, grandota. Así que seré breve y esquemático en lo posible, con el costo de perder detalle. Ni modo.

Según Daniel Stedman-Jones, el primer uso abierto y colectivo del término “neoliberal” fue en el Coloquio Walter Lippmann de 1938, organizado en Paris por Luis Rougier para debatir el futuro de la sociedad (con el libro The Good Society de Lippmann como tema). El término neoliberal fue sugerido por Alexander Rustow, para diferenciarse del liberalismo “laissez faire” del siglo XIX y así reformular las ideas de libertad en la sociedad. 

Muchos de los asistentes al coloquio Lippmann formaron posteriormente la Mont Pelerin Society, en un encuentro en Vevey, Suiza entre el 1 y el 10 de abril de 1947. Ese grupo respondía a un esfuerzo de Friedrich August von Hayek por reunir a intelectuales con ideas afines.

Se considera que la Mont Pelerin Society sentó las bases para un movimiento “neoliberal” transatlántico. Entre varios más, en el grupo fundador estaban, del lado europeo Hayek, Karl Popper, Michel Polanyi, Ludwig von Mises, Louis Rougier, Raymond Aron, y del lado americano Frank Knight, Ronald Coase, Milton Friedman, George Stigler, Aaron Director y Henry Simons, estos últimos de la Universidad de Chicago. Puro crack de entonces.

En México hubo eco. Como señala Maru Romero en su libro, Luis Montes de Oca mandó a traducir el libro de Lippmann al castellano e invitaría a Hayek y a von Mises al país.

En los años cincuenta, el nodo de discusión transitó de Europa a Estados Unidos (algunos de los intelectuales se mudaron a ese país). La Universidad de Chicago tuvo un papel central, donde Friedman, Stigler, Director y Coase llevaron la discusión al terreno de la economía y el derecho. Esto sentó las bases tempranas para el desarrollo de la llamada escuela de Chicago. Por cierto, Hayek, quien ya estaba en Chicago, pero en el Committee of Social Thought, disentía de la visión de la economía de ese grupo.

En ese entorno, “Neoliberalism and its prospects” fue publicado en febrero de 1951 en la revista noruega Farmand. La breve nota mantiene la idea del Coloquio Lippmann y de la Mont Pelerin Society de distanciarse del viejo liberalismo, en sus nociones de “laissez faire” y de un estado minimalista. Se centra en la defensa de la libertad individual y la económica, aboga por el mercado como mecanismo de asignación y por la competencia; también hace un planteamiento sobre el papel del estado. No menos interesante es la conexión entre libertad política y libertad económica.

Friedman motiva el texto con una discusión sobre un giro “colectivista” en la legislación y la política pública visavis una visión “individualista”. Enfatiza el mercado como un "medio" para promover la competencia; las funciones del estado serían proveer un orden institucional, fortalecer la competencia, así como combatir la pobreza y las desigualdades (aunque con el tiempo, Friedman fue haciendo más contundente su postura sobre reducir el papel del gobierno).

En un tazón, Friedman conjugó el uso del término “neoliberal” y algunas de las ideas básicas que caracterizan lo que se ha identificado como tal. Prácticamente era un manifiesto de “una nueva fe”, por un Milton de casi 39 años y muy movido. 

Stedman-Jones señala que, después de ese documento, Friedman rara vez volvió a utilizar el término “neoliberal”, lo mismo sus colegas de Chicago. Todavía no sé por qué. En su desarrollo a partir de esos años, en la medida que se hizo más compleja, la economía neoclásica escasamente refería el término.  

El uso del término “neoliberalismo” volvió a ganar uso para enmarcar las ideas que fundamentaron la liberalización y las reformas de mercado en varios países, desde fines de los setenta a principios de los noventa, como Phelan y Dawes, Stedman-Jones y otros autores señalan.

La etiqueta es correcta si consideramos que las ideas fundamentales tienen una línea genealógica directa con aquellas discusiones y actores que originalmente se asumieron como neoliberales. No obstante, es equívoco cuando se utiliza para el conjunto de la economía neoclásica, además de que distrae de la riqueza y la complejidad de la evolución de la disciplina económica en las últimas cinco décadas. Parece que esto último molesta a muchos economistas.  

A continuación reproduzco algunos fragmentos de “Neoliberalism and its prospects”. El documento se encuentra en los Collected Works of Milton Friedman, en los archivos de la Hoover Institution de la Universidad de Stanford (donde él pasó la última parte de su carrera). Los interesados pueden acceder a la versión digital del documento. La traducción es mía.

 

 

[T]he collectivist belief in the ability of direct action by the state to remedy all evils is itself, however, an understandable reaction to a basic error in 19th century individualist philosophy. This philosophy assigned almost no role to the state other than the maintenance of order and the enforcement of contracts. It was a negative philosophy. […]

A new faith must avoid both errors. It must give high place to a severe limitation on the power of the state to interfere in the detailed activities of individuals; at the same time, it must explicitly recognize that there are important positive functions that must be performed by the state. The doctrine sometimes called neo-liberalism which has been developing more or less simultaneously in many parts of the world and which in America is associated particularly with the name of Henry Simons is such a faith. No one can say that this doctrine will triumph. One can only say that it is many ways ideally suited to fill the vacuum that seems to me to be developing in the beliefs of intellectual classes the world over.

Neo-liberalism would accept the nineteenth century liberal emphasis on the fundamental importance of the individual, but it would substitute for the nineteenth century goal of laissez faire as a means to this end, the goal of the competitive order. […]

The state would of course have the function of maintaining law and order and of engaging in “public works” of the classical variety. But beyond this it would have the function of providing a framework within which free competition could flourish and the price system operate effectively.

This involves two major tasks: first, the preservation of freedom to establish enterprises in any field, to enter any profession or occupation; second, the provision of monetary stability. […]

Finally, the government would have the function of relieving misery and distress. Our humanitarian sentiments demand that some provision should be made for those who “draw blanks in the lottery of life”. Our world has become too complicated and intertwined, and we have become too sensitive, to leave this function entirely to private charity or local responsibility. It is essential, however, that the performance of this function involve the minimum of interference with the market. […]

These are broad powers and important responsibilities that the neo-liberal would give to the state. But the essential point is that they are all powers that are limited in scope and capable of being exercised by general rules applying to all. […]

 

 

[L]a creencia colectivista en la capacidad de acción directa del estado para remediar todos los males es, en sí misma, una reacción comprensible a un error básico en la filosofía individualista del siglo XIX. Esta filosofía no asignó casi ningún papel al estado, excepto el mantenimiento del orden y la ejecución de los contratos. Fue una filosofía negativa. […]

Una nueva fe debe evitar ambos errores. Debe limitar el poder del estado para interferir al detalle en las actividades de los individuos; al mismo tiempo, debe reconocer explícitamente que hay funciones positivas importantes que deben ser realizadas por el estado. La doctrina a veces llamada neoliberalismo, que se ha estado desarrollando más o menos simultáneamente en muchas partes del mundo y que en los Estados Unidos está asociada particularmente con el nombre de Henry Simons, es tal fe. Nadie puede decir que esta doctrina triunfará. Solo se puede decir que hay muchos caminos ideales para llenar el vacío que me parece que se está desarrollando en las creencias de la clase intelectual del mundo.

El neoliberalismo aceptaría el énfasis liberal del siglo XIX en la importancia fundamental del individuo, pero sustituiría el objetivo del laissez faire del siglo XIX como medio para tener como fin el orden competitivo. […]

El estado, por supuesto, tendría la función de mantener la ley y el orden y de participar en "obras públicas". Pero más allá de esto, tendría la función de proporcionar un marco dentro del cual la libre competencia pueda prosperar y el sistema de precios opere de manera efectiva.

Esto implica dos tareas principales: primero, la preservación de la libertad para desarrollar empresas en cualquier área, para ingresar a cualquier profesión u ocupación; en segundo lugar, la provisión de estabilidad monetaria. […]

Finalmente, el gobierno tendría la función de aliviar la miseria y las carencias. Nuestro sentido humanitario exige que provea a quienes han sido menos afortunados “en la lotería de la vida”. Nuestro mundo se ha vuelto demasiado complicado e interrelacionado, y nos hemos vuelto sensibles como para dejar esta función totalmente a la caridad privada o la responsabilidad local. Sin embargo, es esencial que el desempeño de esta función implique el mínimo de interferencia con el mercado. […]

Estos son amplios poderes y responsabilidades importantes que el neoliberal le daría al estado. Pero el punto esencial es que todos ellos sean poderes de alcance limitado y que puedan ser ejercidos por reglas generales que se apliquen a todos. […]

 

 

Para saber más:

 

Milton Friedman.1951. “Neoliberalism and its prospects”.  Farmand, 17 February, pp. 89-93.

Sean Phelan and Simon Dawes. “Liberalism and Neoliberalism”. Oxford Research Encyclopedias. Communication.

Maria Eugenia Romero Sotelo. 2016. Los orígenes del neoliberalismo en México. La escuela austriaca. Fondo de Cultura Económica, México.

Daniel Stedman Jones. 2012. Masters of the Universe. Hayek, Friedman, and the Birth of Neoliberal Politics. Princeton University Press.

 

Gustavo Del Angel Gustavo Del Angel Gustavo es académico del CIDE, especializado en la historia del sistema financiero, así como en su estructura y regulación contemporáneas; ha sido profesor visitante en la Université de Paris, National Fellow en el Hoover Institution, e investigador invitado del CEEY.