Matrimonio ¿resorte de las mexicanas para subir de nivel socioeconómico?

Ya sea por elección o por efecto del suelo pegajoso, 48% de las mujeres con pareja e hijos son amas de casa, en otras palabras, dependen económicamente de su pareja.
22 Junio, 2017 Actualizado el 22 de Junio, a las 19:44
La unión conyugal es una de las formas más factibles que tiene una mexicana para lograr que su nivel socioeconómico sea mayor, a ello apuntan los datos.
La unión conyugal es una de las formas más factibles que tiene una mexicana para lograr que su nivel socioeconómico sea mayor, a ello apuntan los datos.
Arena Pública

Para las mujeres, el matrimonio sigue siendo la forma más factible de ascender de nivel socioeconómico en México.

Por lo menos a ello apuntan todos los datos, aunque sin ser concluyentes.

Comenzando por los obstáculos a los que se enfrentan -y que el hombre no- para ascender de clase social por méritos laborales. Dos metáforas explican esa circunstancia: el “techo de cristal” y el “suelo pegajoso”.

El primero afecta a las mujeres altamente capacitadas y se refiere a la existencia de barreras invisibles que encuentran al abrirse camino a puestos de mayor responsabilidad.

Por ejemplo, estereotipos: ‘las mujeres temen ocupar puestos de poder’, ‘a las mujeres no les interesa ocupar puestos de responsabilidad’, ‘no pueden afrontar situaciones que requieren autoridad’, entre otros.

El techo es invisible o de cristal porque no existen reglas escritas ni mecanismos establecidos formalmente que impongan esos obstáculos, sin embargo, prevalecen en la vida cotidiana.

El suelo pegajoso afecta a quienes tienen poca preparación, es la fuerza que mantiene a las mujeres atadas a las labores domésticas y el cuidado de los hijos y les impide salir del hogar para buscar un trabajo remunerado.

 

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Dos responsabilidades asumidas por las mujeres de forma tradicional y que llevan consigo una fuerte carga emocional. También es la condición que les impide a las mujeres asumir puestos de mayor responsabilidad o aumentar su formación profesional para ascender laboralmente por esa circunstancia.

Pero más allá de las metáforas, las cifras también demuestran lo difícil que es para la mujer ascender socioeconómicamente con base en su trabajo.

A nivel nacional solo 42% de las mujeres mayores de 15 años tienen un trabajo remunerado, el resto se dedican a otra actividad, por ejemplo, estudia o es ama de casa.

La baja participación laboral de las mujeres causa que tengan que depender más del estatus socioeconómico de su pareja que de ellas mismas.

 

Solo 38% del total de las personas que tienen un trabajo remunerado en México son mujeres, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

La baja participación laboral de las mujeres “causa que dependan más del estatus socioeconómico de su pareja que de ellas mismas” concluye el informe “Promoviendo la Movilidad Social en México” realizado por el economista e investigador del Colegio de México, Raymundo Miguel Campos Vázquez en 2015.

 

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Del total de mujeres que trabajan, la mayoría lo hace en empleos con baja remuneración.

50% de las mexicanas reciben salarios de entre 2,400 y 4,800 pesos mensuales, mientras que la proporción de hombres que trabajan por ese monto se reduce a 37%.

Solo 4% de las mujeres recibe un salario mayor a 12,000 pesos mensuales, frente a 6% de los hombres, de acuerdo con datos del Inegi.

Menos de 15% de las empresas instaladas en México tienen al menos una mujer en un cargo directivo, y menos del 6% integra a una mujer en la Junta Directiva, el máximo órgano de gobierno, de acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo.

En México, por cada dólar que gana una mujer el hombre recibe poco más de dos, revela el Informe Global de Brecha de Género 2016, elaborado por el Foro Económico Mundial.

 

 El "suelo pegajoso" mantiene a las mujeres atadas a las labores domésticas y el cuidado de los hijos y les impide salir a buscar un trabajo remunerado.

 

Los datos revelan que las posibilidades de las mujeres para ascender de nivel socioeconómico con base en su esfuerzo laboral son mucho más limitadas que las de los hombres.

Sin embargo, las mujeres experimentan mayor movilidad de clase social que los hombres, lo asegura el Informe Movilidad Social en México 2013, Imagina tu Futuro, elaborado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

El más actual si se trata de explicar las diferencias de movilidad social por género, el cual se basa en una encuesta representativa aplicada a nivel nacional.

Pero la conclusión no necesariamente es positiva, puesto que el estudio no especifica que se trate de una movilidad ascendente.

Lo que si aclara es que las posibilidades de que una mujer se mueva de clase social no están tan asociadas a los recursos de la familia, es decir, a que esta sea rica o pobre.

En cambio, en los hombres esta asociación es mayor, es decir, hay más probabilidades de que su posición social sea similar a la de sus padres.

 

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“Si los padres de una mujer tienen estatus socioeconómico alto, existe menor certidumbre de que esa mujer alcance uno alto. […] Para las mujeres con padres de origen socioeconómico bajo existe mayor certidumbre que para los hombres de que ellas tendrán un estatus socioeconómico bajo”, dice el informe.

La herencia de los padres, principalmente hacia los varones, es una de las explicaciones que da el estudio para entender la diferencia entre la movilidad socioeconómica de ambos géneros.

Es aquí cuando viene la cuestión.

Si las mujeres experimentan mayor movilidad socioeconómica que los hombres y no necesariamente es por medio de su trabajo, la unión conyugal se fortalece como respuesta.

La política educativa es una de las claves para lograr un impacto positivo en la movilidad social de las mujeres.

 

Ya sea por elección o por efecto del suelo pegajoso, 48% de las mujeres con pareja y al menos un hijo en México son amas de casa, en otras palabras, casi la mitad de las mexicanas con estas características dependen económicamente de su pareja.

Es el porcentaje más alto entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, donde lo más común entre las parejas con al menos un hijo es que ambos trabajen 40 horas o más. 

La política educativa es una de las claves para lograr un impacto positivo en la movilidad social de las mujeres, señala el estudio, especialmente el cambio en el rol asignado tradicionalmente a las mexicanas en los hogares de estratos socioeconómicos bajos y medios.

En la medida en que este cambio resulte exitoso, podrá crecer su participación en el mercado laboral y de esa forma sus opciones de movilidad social, concluye. 

 

MÁS INFORMACIÓN: Informe de Movilidad  Social  en México,Centro de Estudios Espinosa Yglesias, 2013.

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